No defraudará porque es un vino rico y bien elaborado.

En este mar de etiquetas ingeniosas nos encontramos este Chardonnay de Somontano que supongo intenta reflejar su asociación gastronómica con el atún bajo la marca Atuna y una imagen que muestra al susodicho en cuestión, además lo firma el cada vez más reconocido enólogo jerezano Santi Jordi. Esto nos hará pensar en Cádiz, en Zahara de los Atunes, en los pescados y en Navarra ( Somontano ), cuya correlación es más que evidente. Perdonen que empiece con este “ salpicón “ de sarcasmo, pero el vino está realmente bueno, que es lo que importa. Nariz con aromas de crianza en lías que nos recuerdan a una fruta tropical amarilla envuelta en notitas de flores blancas con dejes valeriánicos, hay piña y chirimoya, junto a un puntito secundario y vegetal que la botella llevará hacía la serie animal y el almizcle tan propio de los Chardonnay con botella. En boca es rico, muy frutal y fresco, quizás demasiado ya que te hace recordar a vinos de la cornisa cantábrica. La fruta es la protagonista y es sápida por la acidez y su mediana madurez. A pesar de ser un 2019 aun muestra sus mejores signos de juventud en el paso. Posgusto refrescante, puntiagudo y con esa fruta tropical chispeante que te hace salivar y buscar otra copa rápidamente. En la etiqueta aparece un atún y sus partes, al estilo del tinto Venta las Vacas de Quim Vila, pero en esta ocasión enfocado al despiece de un atún y no de la vaca. Cuando lo pruebas te das cuentas que la combinación de este túnido con el vino iría a la perfección, por lo que hay que aplaudir la idea de creatividad, ya que el vino lo merece. No os defraudará porque es un vino rico y bien elaborado, y que además ostenta un puntito diferenciador en la boca sobre el resto, aunque no sea un Chardonnay de Cádiz.