En esta ocasión la albariza tiñe a un vino de color pálido cobrizo bajo un suave guiño de modernidad en la imagen. Los vinos de la Tierra de Cádiz están en auge, multitud de elaboraciones salen al mercado casi cada día y bajo la sorpresa del que suscribe. No puedo evitar pensar para mis adentros que en cierta forma hay como una rebelión contra el “ Sistema bilógico y oxidativo “ en un juego que intenta anteponer el suelo y la viña, al albero y las Soleras. Cada vez hay más actores que entran en este juego. Cuando chico me decían que el que juega con fuego acaba quemándose y no sé muy bien por qué, pero ahora me viene a la mente este refrán. Nuestra querida Bodega Forlong lleva ya varios años elaborando vinos y en lo que respecta a sus tintos, son vinos muy buenos y con una selectiva penetración en el mercado español, ya que los veo allí por donde voy. Aquí encuentro una nariz que no la entiendo del todo, ya que percibo como mezcla de frutas rojas, pochas y con pétalos marchitos, hay algo que interfiere y que desequilibra un poquito su aroma. En boca se percibe el volumen, la acidez y después una fruta entreverada con su piel dejando rasgos vegetales como el hollejo en maceración. En ocasiones llega a ser algo puntiagudo, pero después sale esa fruta roja pocha que apacigua las intenciones más acerbas. Conforme el vino se abre y sobretodo se enfría más, adquiere mayor expresión cercana a mi gusto, que en esta ocasión intenta por todos los medios no llegar a ser impertinente cada vez que teclea el ordenador. No dejen de probarlo porque les sorprenderá. Deja un buen posgusto y recuerdo, que me hace meditar y empezar a leer una vez más todo lo que he escrito.