Martín Berdugo

Nos encontramos ante un vino tinto de superficie brillante y límpido donde en pigmentación en copa se presenta en su ribete rojo picota, corazón granate y de capa media-alta. Aspecto limpio y bueno.


En su fase olfativa a copa parada en una primera impresión es elegante y bueno. De intensidad alta y de buena calidad. En éste afloran aromas primarios de carácter afrutado fruta negra, que recuerda a ciruelas y moras. Especiados que derivan en nariz a canela y pimienta negra; y balsámicos donde encontramos eucalipto y mentolados. A su vez encontramos matices de aromas de tipo secundarios que recuerdan a lácticos, como yogur griego. Aromas de persistencia media. Ya en copa agitada son presentes en nariz los aromas de tipo primario y secundarios, presentando a su vez aromas que recuerdan al grafito –punta de lápiz-.


En su fase gustativa nos encontramos con un vino complejo en boca en su primera impresión; seco, con un paso por boca envolvente, con acidez presente, cuerpo medio, potencia alcohólica suficiente y tanino secante. En retronasal se presta con una intensidad media-alta, de buena calidad y de naturaleza compleja, que recuerdan a lo percibido en nariz pero donde destaca la fruta. Postgusto un tanto amargo, por ende, desequilibrado al presentar una arista un tanto amarga pero muy buena en el vino. Persistencia aromática en boca media.


Impresión final buena.
Temperatura de servicio: 12/14 ºC
Maridaje: Parpatana de atún rojo
Zona: Ribera del Duero
Uva: Tempranillo
Año: 2018

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