Menos famosa que las otras zonas de Borgoña y situada más al sur, antes de los viñedos del Mâconnais, la Côte Chalonnaise cuenta con muchas bazas : un prestigio menor, lo que garantiza una cantidad suficiente de botellas, precios más asequibles y una elaboración particularmente cuidada. Este Rully " Maizières " procede de una parcela que sólo mide casi dos hectáreas plantadas con viñas de chardonnay.

         De color amarillo dorado brillante, rebosa olores típicos de la variedad - heno, espino blanco, mantequilla fundida, avellana en polvo - y otros aromas terciarios como las piedras húmedas, las semillas de ajonjolí, el franchipán y las setas de San Jorge : a todas luces, se trata de uno de los borgoñas blancos más perfumados que hayamos descorchado nunca. En boca, tiene una textura grasa, lo que no excluye una buena dosis de frescor. Es muy limpio, goloso, pero tenso, complejo, civilizado, bastante musculoso, amplio, pero a la vez con la suficiente acidez para mantener el equilibrio. Encontramos notas de peras escalfadas, de fruta bomba, de infusión de verbena, de bollería, de hueso de melocotón y un largo final que recuerda a las almendras amargas.

        Semejante vino merecía una comida refinada : brochetas de vieiras y champiñones, gallito con salsa cremosa de alcachofa y patatas al vapor, queso de oveja semicurado, pan de espelta tostado. La uva chardonnay tiene la peculiaridad de revelar los matices del terruño borgoñés. Plantada por los monjes, hace siglos, da mil vueltas a los clones sudafricanos y neozelandeses que sólo expresan sus sabores varietales, alterados por los daños de las levaduras exógenas. ( PVP : 23 € )