El color es bonito y es en la única fase donde no notamos nada raro. A partir de ahí, todo se va haciendo más complicado. La nariz tiene una acidez volátil que ni siquiera tres días más tarde se ha disipado. Y en boca, tres cuartos de lo mismo unos toques subidísimos a laca de uñas y vinagre, alcohol y fruta extraña. De aquí no se puede coger nada. ¿Está el vino en mal estado? Estoy seguro de que no, que es así. Me ha pasado con unas cuantas cuvées de Gramenon. Es cierto que La Mémé es una gran garnacha, pero es que muchos de los vinos que están por debajo dejan bastante que desear.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.