Grande de Iberia.

Casi ha transcurrido un año desde la última botella bebida de este vino portugués. ¿Qué me he encontrado?.

    Botella abierta con un sacacorcho de láminas. No describo la etiqueta y botella por haberlo realizado anteriormente. Sí puedo decir que el corcho permanece en muy buen estado y con la cara que está en contacto con el vino muy tintada.

    A la vista mantiene su color rojo picota y granatoso. Muy limpio y brillante. Con una más que abundante, me sorprende para sus 12% volumen en alcohol,  y lenta lágrima que con pereza se desliza por el cáliz de la copa y al que todavía tinta muy debilmente. Ribete  granatoso y débil rubí.

     En nariz es vinoso. Huele a....Vino. Madera de su crianza sin sobresalir e integrada. Mucha fruta negra y roja en sazón.

     En boca es donde mejor se expresa. Muy, muy elegante, muy sedoso, muy equilibrado, con un volumen medio, con brio y finura, mineral y muy frutal. Con los taninos domados y con una viva acidez que invita a beber y que le seguirá dando años de vida. Muy elegante, sedoso, fino, frutal y muy grato paso de boca. Continua siendo un vino muy largo. Me da una permanencia de 3,30 minutos.

      Un vino con el que Nadal puede brindar por triunfo en el abierto de Australia y que ha ganado en elegancia.

    

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