Otro de los vinos que abrimos en una paellita de leña con amigos y familia en mi casa. Botella con buen nivel de líquido aunque con la etiqueta frontal algo deteriorada. La abrimos un par de horas para que respirase, antes de proceder con su valoración a 17°C. Corcho de longitud media, compacto, tintado y humedecido un 75%.
VISUAL: Color rojo cereza, de capa media-alta con un amplio ribete en tonalidades teja y ocre. Su lágrima es escasa, gruesa y transparente. Buen color para su edad (92).
OLFATIVA: En primer término notas acompotadas de culís de fresa y especiados exóticos de fenogreco y cardamomo. Al agitar desprende aromas balsámicos de regaliz de palo junto con un atisbo de pelo animal y sanguíneo, aviejunado. También hay algo de chocolate negro, canela, vainilla, tostados y ebanistería fina muy bien traída, delicada. Elegante nariz, de intensidad media-alta (93).
GUSTATIVA: En boca es una auténtica maravilla, qué sedosidad de entrada, sensación de estar masticando frutos del bosque muy maduros, fresas y arándano negro. Corpulento, con enjundia, amplio, voluptuoso y sabrosote en su paso por boca, con un tanino ave fénix, increíble como va surgiendo poco a poco, aportando gran personalidad. Retronasal en el que se aprecia un puntito de guindas en licor con atisbos especiados. Y el post-gusto es un espectáculo, pese a sus 28 años ya, se aprecia la fruta a flor de piel perfectamente ensamblada con la madera, cogiditos de la mano. Recuerdos de ebanistería fina de fondo que nos proporcionan un tremendo deleite, sedoso y aterciopelado al tacto. Persiste en boca durante cuatro minutos, una barbaridad. Tremendo vinazo, laaaaargo, potente, con acidez, tanino presente y con cuerpo. Botellaza de una gran añada y de una increíble bodega (95).
La RCP fue más que excelente. Pillamos esta botella por 10 euros allá por 2016 en subasta.
MARIDAJE: Como decía, segundo vino abierto para compartir un arrocito de pato, costilla y caracoles. Genial maridaje, sabores cárnicos y vegetales en absoluta armonía con los apuntes frutosos y amaderados de nuestro exquisito vinazo. Qué delicia y qué gratos momentos en inigualable compañía.
Salud-os!!
Rojo cereza de buena capa y pequeño ribete teja. Nariz terciaria y espectacular, con muchas notas de especias y cueros finos, entre los que se vislumbran las grosellas y las moras en confitura. Hay aromas calizos, hojarasca, especiados, maderas aromáticas y ebanistería, pastel de frutas en el horno, cáscara de naranja pocha y un puntito noble de la serie animal que recuerda a la carne a la brasa. Esto ciertamente es un bouquet riojano y español, que demuestra nuestra singularidad enológica más definida. En boca tiene un ataque de fruta roja madurita similar a las fresas trituradas con azúcar y un poco al guirlache, tiene un recorrido sedoso y equilibrado, pero aún con cuerpo que lo envolverá en la botella unos años más. Acidez media. Se le nota algo de amargor parecido al tabaco y esa sensación llega hasta el posgusto dejando una matiz vegetal noble, pero a la vez abocadito ( fresas maduras ). La retronasal es muy elegante, como en todos los vinos singulares engloba todo lo de la nariz y la boca, en este caso además le da un carácter como ahumado - mentolado donde las notas terciarias y de la serie animal juegan como fantasmas de camisón blanco volando por tu pituitaria y los recuerdos. Riscal es un referente evidente, es una de las mejores bodegas españolas y con un histórico envidiable de vinos que no paran de mejorar tras los años en botella. Riscal estaba antes de que yo probase mi primer vino y seguirá estando décadas después del día que tome el último. A este vino le quedan años en botella.