Amarillo que queda entre el pajizo y el dorado. Limpio y con brillo.

Como comentamos en el título, al principio sale inexpresivo, le cuesta arrancar. Horas después (aproximadamente seis) ya va enfocándose hacia lo que debe ser una chardonnay de buen productor  de un año notable: flor blanca, cítricos, hinojo, toques almendrados, miel, apuntes salinos...

En boca encontramos austeridad y rectitud. Buena acidez, adecuado uso de madera, alcohol sin gran pegada y matices aún apretados, por la edad, pero sobre todo por la elaboración.

Final perfumado y mineral. 

Bien. Un productor que falla de vez en cuando, pero que hoy, con este “ordinaire”, ha salido airoso.