Amarillo que no es del todo pajizo. Reflejos verdosos. También grisáceos. Limpio y brillante. Burbuja fina y delicada.
Sale relativamente expresivo ya en el descorche. Pese a tratarse de un 2015, el degüelle fue en 2019, hace casi año y medio y eso se nota. Aunque el vino está tierno (toques a uva blanca, a manzana verde, a heno y a menta), también posee una estructura en proceso de construcción, equilibrada y con todo en su sitio, con una acidez acompañada de una textura jugosa y que hace salivar e invita a seguir bebiendo, y dotada de una mineralidad estupenda. Reiteramos la calidad en el trabajo del carbónico: no es fácil encontrar unos mimbres tan buenos en champagnes de pequeños productores sobre todo cuando son tan jóvenes.
Muy bueno. Fresco, con prestancia, con identidad y con mucha capacidad de mejora en botella.
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