Servido como sexto vino en la cata realizada en el Casino de Madrid. Está muy en la línea del 93, con magnífica complejidad y carácter. Aroma de gran personalidad. Decir frutos rojos, especias exóticas y no se cuantas cosas más es no hacerle justicia. Hay que olerlo para creerlo. Y después viene un impresionante paso de boca, largo, muy largo. Un vino muy grande, con alma, que se resiste a ser encorsetado y se acaba burlando de todos los "enteradillos" que intentamos capturar su esencia imposible de definir. En dos palabras: alma y misterio.
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