Pese a tratarse de un tinto de hace diez años, el color todavía se mantiene muy vivo, el ribete sigue estando rosa y brilla y está limpio. La capa es baja.
Los aromas continúan siendo primarios, hay fruta (roja y negra), hay notas a campo y hay humedad. También encontramos algún toque ahumado (característico en las pinot noir del Nuevo Mundo), cárnico y mineral.
En boca sorprende por su lozanía, por su acidez y por su verticalidad. Una pinot noir identificable aunque provenga de Las Antípodas. Bien elaborada, exenta de artificios y sin sobremadurar. Pero lo mejor de todo esto, es que el tapón es de rosca. Unos 12€ al cambio en aquel momento, un valor muy seguro.
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