Precioso caoba rojizo. Limpio y brillante.
Acético algo subido al principio, se difumina con el aire pero no termina de disiparse. Jazmines y otras flores silvestres, piel de naranja, meloco, Cointreau, algún fruto seco, balsámicos y punzantes que entran hasta el final de la nariz, miel, café en grano, tostados, humedad y un final salino.
Boca potente y masculina, aunque con un paso sedoso. Sensaciones alcohólicas cuando se calienta, pero también con mucha acidez. El repertorio de sabores es muy parecido al descrito anteriormente. Mucha persistencia.
Final largo, floral y frutal.
Muy bueno, entre un generoso seco y un vino dulce, así como lo oyen. Todo eso sin perder la verdadera esencia de lo que es un moscatel.

Como los Alambre que he probado hasta ahora un lujo y un espectáculo, quizás, me decante por el de 10 años en general o este deba recatarlo. Muy alcoholico en boca pero es esperaba en este vino, naranja, canela, moscatel evidentemente, miel, un lujo embotellado

2 años y medio más tarde vuelve a caer en mi copa este vino. De color ámbar con destellos rojizos posee una nariz atractiva, con notas de caramelo, recuerdos a frutos secos de cáscara y un toque de café. En boca la entrada es atractiva, el paso cremoso, muy buenos los amargos, muy buena la acidez, el dulzor aparece equilibrado (182 gr/l de azúcar residual), es largo y con gran profundidad.

Ambarino claro, reflejos cobrizos.
Media intensidad en nariz donde se muestra con franqueza, sin que prácticamente se le note el alcohol. Notas de flor de azahar, piel de naranja, especias dulces, canela, recuerdos herbáceos, alguna traza de fruta escharchada, frutas pasas y orejones, además de frutos secos. Complejo y agradable.
En boca destaca por el equilibrio en todas sus fases resultando muy placentero, tiene un poco de todo, acidez, estructura, concentración, melosidad y un final con buena longitud donde quedan las sensaciones cítricas y de frutas amargas, con un dulzor muy comedido e integrado. Persistente.
Un vino formado por una mezcla de 14 añadas distintas, que van desde los 28 hasta los 104 años y que obviamente tiene por tanto más vejez media de la que figura en la etiqueta pero que apenas se nota en su frescura y equilibrio, sin duda una perfecta muestra de lo que es un gran Moscatel de Setúbal a un precio más que ajustado, poco más de 20 euros. Muy bueno.

Un vino que con su acidez invita a seguir bebiendo, con un dulce de uva pasa y con 20 años de evolución que le aportan ese envejecimiento ajedrezado, como brandy, y que parece recoger lo mejor de cada una de esas sensaciones.
Con un buen precio, no se puede pedir más.
Bueno sí, una buena compañía para disfrutarlo con tiempo.

Un vino dulce que está muy lejos del planteamiento de dulces al uso, tipo mistela, px y similares. Casi se trata de un dulce con la acidez de un vino todo en equilibrio formando un conjunto que aunque es dulce tiene la misma acidez que un blanco dry.
Bonito desde la botella, la caida en copa, su color ambarino rojizo, su lágrima; en nariz es una mezcla de sensaciones que siempre que te asomas encuentras algo interesante; en boca un prodigio de equilibrio.

Es un milagro de vino.

Un vino que enamora en la fase visual, se consolida en la olfativa y aún consigue sobresalir en boca.

Uno de los vinos dulces más completos que he probado.

Color ambar y aspecto algo turbio en botella que se vuelve brillante en copa.
La nariz es fragante, manzana dulce, fruta escarchada sobre todo naranja y orejones, vainilla, canela, mieles, crema pastelera, tostados, apuntes licorosos y elegantes notas de oxidación.
En boca es una delicia, tacto sedoso, untuoso, dulzor frutal equilibrado con una buena acidez, el paso por boca es elegante lleno de sensaciones que nos llevan a un final muy largo, de los que se recuerdan. En postgusto vuelen las notas que describimos en nariz y que dejan la sensación de haber disfrutado de un vino excepcional.
Un auténtico placer para los sentidos, para meditar....

Cuando lo saca don Alfonso Malke como algo especial... ya te predispone.

Pero te lo saque Alfonso o no, es que es llevártelo a la nariz, dar un buchito y pensar: estoy ante un grande.

Qué vinazo.

Echas para un lado (no esperes que se vaya, porque no se va a ir) la pinturilla - laca de uñas, y percibes ahí mil cositas, desde fruta de hueso hasta miel, pasando por flores blancas, avellanas y hierbabuena.

Y en boca, añadir a esos registros que tiene una acidez de las que yo califico cono "acideces que elevan", esas que sólo tiene los grandes.

Un grande, sin duda, no por su precio, pero sí por sus registros.

Un grande al alcance de todos.

Color mezcla de ámbar y rojo, reflejos yodados, lágrima densa y ámbar puro. En nariz es muy intenso y complejo, con aromas de frutos secos como avellanas y almendras, higos, uvas pasas, también cítricos escarchados, azúcar tostado, presencia de barricas de solera de ajerezados, citricos escarchados. En boca tiene buena intensidad con un equilibrio perfecto entre la acidez y el dulce ajerezado con un trasfondo de barricas de envejecimietno de brandy, leves amielados, muy redondo y gustoso; persistencia inacabable.

Una obra de arte que en una cata ciega sería difícil de ubicar entre la categoría de dulces e incluso de destilados. Tiene n un poco de lo bueno de todos.