En linea con el estilo de la Casa.

Cereza de media capa con ribete cobrizo teja. Nariz de frutas rojas maduras espolvoreadas en notitas de canela, vainilla y tostaditos. Hay balsámicos, menta, chocolate, hojarasca, finas maderas aromáticas, notas de flores blancas, café con leche y un fondo que con la aireación recuerda al matiz cárnico del tuétano y después al metal ( limpia plata ). En boca es rico en su ataque, hay sabores abocaditos de frutas rojas maduras y una muy buena acidez que le da longitud en el paso. Posgusto fresco, hay tabaco y con elegante persistencia vegetal, aunque de media dimensión, la acidez a veces se nota algo puntiaguda. Por vía retronasal salen aromas más evolucionados de su relación con el oxígeno y que denotan cierta intención aldehídica y de fruta roja más pochadita. Estos Imperiales le tienen cogido el sitio a la crianza y hay muy pocos que defrauden si están bien conservados, pero tampoco necesitan grandes y esmeradas condiciones de climatización, ya que aguantan los avatares de los más despiadados almacenistas de vinos. Es una marca de garantía, con historia a sus espaldas y que siempre tengo en mi bodega para ir tomándola cada vez que puedo, vinos para pensar en décadas vista, al igual que sus otros hermanos de CVNE. En los años 50 – 60 del pasado siglo los Imperiales eran los Aaltos de la época.

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