Cuatro años más tarde

No suelo repetir reseñas salvo por causas justificadas y sin embargo con este blanco era necesario hacerlo: estuve visitando la bodega en julio de 2019, catando todo lo que tenían disponible y entonces fue cuando compré varios de sus vinos que he ido abriendo sin un orden racional; en términos generales podemos decir que a sus tintos les queda algo de fuelle para aguantar enteros durante cinco o seis años más y que los blancos están envejeciendo noblemente: encontrarnos con el de hoy, un albillo real de 2018, es hacerlo con un blanco de un color caoba anaranjado pero con mucho brillo y limpieza, con la mineralidad propia de la zona de San Martín y con una fruta y unas especias ya maduras, aunque no confitadas. Rico. 

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