La hermanastra de La Cenicienta

Como vamos de que sabemos de vino, cogemos la carta, la hojeamos y elegimos, a veces muy ufanos de haber engañado a la banca, seleccionando uno cojonudo, a precio de derribo, de una añada estupenda y de un productor que además no tiene distribución en España. ¿Qué puede salir mal? Fácil: que en Borgoña no te puedes fiar del apellido. Ni todos los Leflaive son los mismos, ni tampoco todos los Roumier, ni todos los Fichet, por poner algunos ejemplos. ¿El de hoy? Aceite de ricino. No es lo mismo La Cenicienta que cualquiera de sus hermanastras.

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