Y, además, es que con el "músculo financiero" tan enorme que tiene una bodega como El Coto de Rioja, pueden permitirse el lujo de, si quisieran, elaborar un gran vino (superior a este Gran Reserva) y ver qué pasa y cómo lo acepta el mercado. Es decir, tienen margen para que les vaya bien desde el principio, para equivocarse, para rectificar o, si la cosa no funciona, dejarlo estar.
Un proyecto pequeño y artesanal (que a mí me encantan, proyectos que producen 3500 botellas al año o, incluso menos, como un blanco de malvasía de Sitges que probé el sábado con 951 botellas sólo),... pues es fantástico si todo va bien y funciona. Pero si resulta que va mal, como el que lo ponga en marcha no sea alguien con notable potencia económica, puede acabar, al cabo de pocas añadas, desapareciendo o, en el mejor de los casos, siendo comprado el mismo por un grupo bodeguero mucho más grande que pueda estar interesado en ese pequeño proyecto artesanal para incorporarlo a su portfolio de productos.
Saludos