Un vino complejo y con dos estilos aún.

Rojo cereza de capa alta y ribete granate. Nariz intensa, con sensaciones compactas de mermelada de fresas sobre notitas terciarias de cueros, ligeros mentoles y galleta tostada. Aromas de caramelos rojos, gavilla seca, hueso de albaricoque, ligeros matices florales de violetas marchitas y que se mezclan en un final con notas de especias, pimienta, sésamo, pan integral y leves matices de la serie animal en un baile de estilos moderno / clásico. En boca es rico, fresco en el paso donde saca la fruta con hueso y sensaciones de taninos firmes que lo dotan de esqueleto, viveza y sapidez. Por vía retronasal salen las notitas terciarias de cueros, ahumados y las especias. Posgusto persistente, fresco y que deja una sensación de viveza y levemente amargosa en su final. Por un lado hay una fruta con hueso muy viva, fresca y por otro lado se acoplan matices terciarios, de cueros y de la serie animal. Me parece que le falta algo de integración y definición, lo que la botella le debería de dar, baila aún demasiado. Si es así, es un vino con un magnifico potencial de guarda, tiene una acidez estupenda. Proviene de una de las Bodegas más grandes y de mayor éxito comercial de Rioja, en la que si hacen una selección de sus mejores uvas pueden encontrar partidas estupendas entre los millones de kilos que elaboran, al hacerlo por separado tienen enormes posibilidades de elaborar grandes vinos y que no tendrían nada que envidiar a cualquier proyecto más pequeño y artesanal.

Recomendado por 2 usuarios
  1. #1

    Juanjosantos

    Y, además, es que con el "músculo financiero" tan enorme que tiene una bodega como El Coto de Rioja, pueden permitirse el lujo de, si quisieran, elaborar un gran vino (superior a este Gran Reserva) y ver qué pasa y cómo lo acepta el mercado. Es decir, tienen margen para que les vaya bien desde el principio, para equivocarse, para rectificar o, si la cosa no funciona, dejarlo estar.

    Un proyecto pequeño y artesanal (que a mí me encantan, proyectos que producen 3500 botellas al año o, incluso menos, como un blanco de malvasía de Sitges que probé el sábado con 951 botellas sólo),... pues es fantástico si todo va bien y funciona. Pero si resulta que va mal, como el que lo ponga en marcha no sea alguien con notable potencia económica, puede acabar, al cabo de pocas añadas, desapareciendo o, en el mejor de los casos, siendo comprado el mismo por un grupo bodeguero mucho más grande que pueda estar interesado en ese pequeño proyecto artesanal para incorporarlo a su portfolio de productos.

    Saludos

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