Estupenda evolución y lo que le queda

Me reencuentro con este vino año y medio después de nuestro primer contacto.

Intensidad balsámica muy profunda en aromas: pinos de alta montaña y eucalipto, acompañados por el fragante aroma de la tierra mojada. La fruta es muy negra: grosellas, arándanos y moras, aderezada con chispas de trufa.

Con aireación los balsámicos se intensifican aún más rozando la esencia de almizcle, asoman especias: pimienta blanca y negra, y la fruta se aclara y dulcifica dejando recuerdos de piruleta.

En boca es muy frutal pero aquí destaca más la de color rojo (cerezas) con mucho suelo en retro-gusto (pizarra y grafito). Estructurado, largo y amplio, es sabroso, sutilmente tostado y con un toque ligeramente goloso al final del paladar. Tiene una gran acidez que además de aportarle brío, le augura un buen y largo futuro por delante.

Ha tenido una evolución magnífica, que se veía venir ya en abril del año pasado, y hoy decimos que todavía le queda camino para dar disfrute por doquier

 

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