¿Rioja?. ¡ No!, Cuenca.

Vino encerrado en una botella bordelesa que está vestida con una etiqueta que refleja la cara de una oveja. Es la nº 2950 de 46.750 botellas. Corcho que la cierra de aglomerado, mejorable y con un rebaño de ovejas en el mismo.

      A la vista un color violeta y cardenalicio de capa alta. Limpio y brillante. Buena, densa, abundante y lenta lágrima en su deslizamiento por el cáliz de la copa a la que tinta. Ribete violáceo.

      En nariz abundantes frutas negras y rojas en sazón. Flores violetas  y notas de mineralidad.

      En boca está fresco, jovial, con gracia, abundante fruta, pues retornan con potencia las copiosas frutas percibidas en la fase olfativa. Con fresca elegancia, con los taninos domándose. Equilibrado, sus 14,50 % volumen en alcohol pasan desapercibidos. Muy grato y frutal paso de boca. Es un vino largo. Me da una permanencia en boca de 2,45 minutos.

       En fin, una grata sorpresa.

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