Demasiado joven todavía

Dorado. Limpio y brillante. Untuoso.

Durante la primera hora sólo somos capaces de detectar piedra y limón. A este vino sí que le hace falta mucho tiempo para que saque lo que lleva dentro. Y aún así, doce horas más tarde, nos seguimos perdiendo muchas cosas. Pese a todo, somos capaces de sacar las flores silvestres, la uva blanca, el hinojo, la pólvora y el plástico.

En boca es un vino radical: posee esa falsa personalidad dulce de la que ya hemos hablado más veces, es decir, según nos lo llevamos a los labios, parece que vamos a encontrar amabilidad y azúcar, ya que incluso la estructura es envolvente. Sin embargo, lo que percibimos es justo lo contrario. Un carácter cortante, secante incluso, que lo limpia todo. No se nota el alcohol y no lleva madera. La acidez es superlativa. 

Final largo, pese a todo.

Un 2013 que hace salivar. Demasiado joven todavía.

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