Rojo picota con trazas marrones y capa alta. Con un pequeño poso y brillante. Uno de los mejores corchos que he visto en mi vida.
Abierto en aromas desde el inicio. Flores marchitas, fruta jugosa, nuez moscada, mentolados, cacao en grano, toques cárnicos, un deje animal, humedad y mineralidad. Fase en la que empieza muy arriba y no decae.
La boca posee una musculatura gigantesca, es densa, aterciopelada, fragante y con una expresividad máxima. Cada trago es puro elixir de endrinas, moras y grosellas maduras, cerezas al marrasquino, canela, Vicks Vaporub, chocolate y tierra mojada. Me comentaba Eugenio que se le considera junto a Voerzio el productor más meticuloso de Italia. Yo no lo sé, pero de lo que sí que doy fe, es de que los 17º (han leído bien, 17º, incluso las malas lenguas dicen que son más) se llevan de maravilla pese a mostrar una acidez que no rasga las encías. A eso se le llama equilibrio.
Los Amarone son vinos que dan que pensar. Proceden de una zona fría, pero sobre todo húmeda, y como en aquellas latitudes no maduraban, optaron por cuasi pasificarlos. Tintos corpulentos, alcohólicos y duros que sólo son aptos para beberlos con frío y mucha hambre. Los buenos, además presentan finura. Busquen etiquetas como Quintarelli, La Poja o este Dal Forno Romano. Lo malo es que cada vez cotizan más alto, el de esta noche ya se vende por unos 400€... Afortunadamente pagué mucho menos por él.