Sabiendo esperar.

Hay vinos que por su procedencia me gusta dejarlos años y meses para que maduren y éste es uno de los casos. Vino encerrado en una botella borgoñona que está vestido con una sencilla y elegante etiqueta de corte moderno. El corcho que la cierra de silicona y poroso. En mi opinión merece otro tipo de corcho. El vino lo merece.

      A la vista un color rojo picota de capa alta. Limpio y brillante. Buena, densa, abundante y lenta lágrima en su discurrir por el cáliz de la copa. Ribete granatos y sin atisbos de notas teja.

      En nariz frescas frutas rojas y negras del bosque en sazón. Notas balsámicas y de mineralidad. Madera de su ligera crianza integrada y en segundo plano. ¡Manda la fresca fruta!. En la ficha de cata obvian la madera, pero en mi opinión tiene un ligero paso por la misma.

      En boca es elegante, fresco, frutal, carnoso, equilibrado, mineral y manteniendo una elegante y fresca a cidez que invita a beber y que le va a dar 3-4 años más de vida. Con los taninos domados. Grato, fresco y elegante paso de boca. Es un vino largo. Me da una permanencia de 2,45 minutos.

       Una sorpresa muy grata.

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