Tras un período medio bobo, La Rioja Alta vuelve a dar vinos que me

Tras un período medio bobo, La Rioja Alta vuelve a dar vinos que me agradan (del 89 al 93 me pareció ver unos cuantos experimentos desafortunados en los Ardanzas y los 904, que resultaban fofos monumentos al roble con peste a leche de coco). Este 95 es una agradable sorpresa. Los aromas de madera son pronunciados. Hay cedro de cajas de puros, chocolate de leche, canela, clavo dulce y nuez moscada. Pero también se siente una corriente de cereza y frambuesa muy puras que equilibra todo. Buen nervio en boca. Un vino sustancioso, con taninos vivarachos y una rica acidez cítrica. Por aproximadamente US$30 en restaurante me parece buena compra.

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