Amarillo pajizo, algo turbio.
A la nariz le cuesta un rato arrancar, y aún así se nos queda algo corta. Todos los matices nos parecen demasiado leves: cítricos, frutos secos, mantequilla, hierba y humedad.
Las sensaciones sápidas son parecidas, y eso que la acidez es fenomenal y el trabajo de alcohol y madera está perfectamente hecho. No soy experto en chardonnays californianas, pero puede que esté en una fase de cerrazón.
Final de intensidad media.
En cualquier caso, un vino elegante y bien elaborado, agradable de beber y sin picos.
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