Vino encerrado en una botella borgoñona, vestida con una sencilla y elegante etiqueta y cerrada con un magnífico corcho.
A la vista me encuentro con un vino color rojo picota de capa media alta y con leves notas violáceas. Limpio y brillante. Muy buena, densa y lenta lágrima en su deslizar por la copa a la que tinta sutilmente. Menisco granatoso y levemente cardenalicio.
En nariz es muy bueno con muchas frutas negras y rojas del bosque sazonándose. Madera en segundo plano, siempre sobresaliendo y destacando la fruta.
En boca, me encuentro con un vino aterciopelado, equilibrado, es muy elegante, carnoso, con volumen, fino. Los taninos se están domando. Presente acidez que le hace muy sabroso, que invita a beber y beber y que la dará muchos años de vida. Sus 15% de volumen en alcohol pasan desapercibidos. Ee el paso de boca es muy aterciopelado, muy elegante, muy grato y muy sedoso. Es un vino muy, muy largo. Me da una permanencia en boca de 4,00 minutos. Vino catado en la Feria de vinos celebrada en el Hotel Bahía de Santander el pasado día 7 de mayo. Sin ninguna duda una nueva estrella en la Ribera del Duero.
Con diferencia, a mí también me lo pareció. Saludos desde el Besaya.
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