No pensaba abrir esta botella pero ya sabemos, uno es muy débil. Lo mejor

No pensaba abrir esta botella pero ya sabemos, uno es muy débil. Lo mejor que ha conseguido Álvaro Palacios con este vino es la precisión en la constancia, dice las cosas despacio, sutilmente y con mucha armonía. Es uno de los Grandes de España, no me cabe la menor duda y en este caso además con una mineralidad fina, pero totalmente virgen e intensa, de esas que se unen al hueso de albaricoque de por vida. Como no podía ser menos, tiene todo el espectro aromático de monte bajo prioratino, con garrigas, jaras, tomillos y enebros. Pero principalmente es una nariz genuina y única como su “ Personalitat “, donde las maderas ni se perciben, evaporadas por esos mentoles y balsamicos de eucalipto. En boca tiene esa acidez típica de la fruta fresca con hueso, carnosa y con diferentes puntos de maduración que inflexionan en cremosidad tanica y carnosidad frutal. Es largo en su recorrido, con notas de pizarra por vía retronasal y un posgusto con nervio y en donde la acidez se encuentra más valiente ( pulpa cercana al hueso ). En fin, seguramente estará mejor mañana, si a pesar de la debilidad de uno, consige sobrevivir la última gota en botella, que sinceramente lo dudo.

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