Uno de los mejores blancos de España

Dorado, graso, glicérico, limpio y brillante.
Nariz compleja y muy atractiva. En cata ciega lo habríamos situado en el Macôn. Flor blanca, cítricos, lavanda, especias punzantes, cloro de piscina, ahumados, jabón, pólvora y piedras. Se comporta en la mesa como un titán. Nos quedamos con la sensación de que no le hemos dado suficiente tiempo.
Boca opulenta y aterciopelada, barrica y alcohol presentes, muy buena acidez. Notamos una fruta de gran calidad, y aunque el estilo es expresivo, creemos que aquí no se enseña nada que no sea necesario. Las levaduras son autóctonas y no hay cabida al sabor artificial ni a la fruta exótica. Percepciones secas y amargas, recuerdos a chardonnay.
Final largo y perfumado.
Uno de los mejores blancos españoles. Lo malo es su precio, a la altura de muchos villages de Borgoña. En todo caso, muy a tener en cuenta.

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