Un guiño a la modernidad

No cabe duda de que es el "rostro moderno y joven" de una de la más clásicas bodegas españolas.
Se ve desde el principio por su juvenil "vestido" pero un vestido que a la vez es elegante porque así creo que han querido concebir a este vino en Riscal.
Catado a 16º y en la copa Expert de Spiegelau, la que utilizamos en el Grupo de Cata Baco Vive y que, en esta ocasión, se ha reunido casi al completo para ver como se expresa este vino.
A la vista es de un bonito color rojo picota, limpio, brillante, con un joven ribete granate, capa media-alta y densa lágrima casi sin color en el rastro que deja en su movimiento en la copa.
Tiene una nariz de media intensidad, limpia, algo cerrada al principio, pero con aromas de cierta complejidad y una armonía estupenda entre los recuerdos frutales y los aportes aromáticos de la crianza en barrica francesa, de hecho a las notas torrefactas, cuero, balsámicos, finos toques de leve golosidad, se añaden notas de cedro.
En la boca tiene buena entrada, con media estructura, buena amplitud, más bien seco, con elegante empaque, de cierta finura debido a unos taninos dulces, que dan sensación de estar ya en un buen estado de madurez; de una acidez estupenda, fresca, jugosa, que deja huella en su recuerdo final que es de buena longitud y sabroso.
En resumen es un vino que es verdad que tiene personalidad propia y que en ciertos aspectos nos recuerda a un Ribera del Duero. De precioso color, con una capa media que, en este caso, ya nos indica que se ha buscado más la armonía y el equilibrio que la rotundidad y la robustez; con una agradable nariz, quizás algo tímida pero con muchos matices y en donde la crianza y la fruta van cogidas de la mano. Y todo ello reflejado finalmente en la boca donde encontramos un vino fácil de beber, fresco, sabroso, seco, elegante y que no renuncia ni a la frutosidad ni a proporcionarnos una estimable intensidad de sabor.
Su PVP ronda los 20 euros.