Un dulce potente, grandioso y diferente

Vista: Capa altísima, prácticamente opaco, color rojo picota con ribete granatoso. Abundante y densa lágrima que tinta la copa, ya a simple vista se ve que no va a ser un vino con un paso ligero por boca precisamente.

Nariz: Fruta roja y negra muy muy madura, en sazón e incluso pasificada. A medida que se va abriendo va mostrando una mineralidad intensa. Recuerdos a cacaos y lácteos que me recuerdan poderosamente al chocolate blanco. Intensidad alta y persistencia en nariz media-alta.

Boca: Untuoso, tan denso que parece estar masticándolo, amplio, potente y con un tanino aun vigoroso pero muy bien integrado, con un punto de acidez que recuerda a la fruta fresca entre tanta fruta madura que hace que el trago sea dulce pero no empalagoso, que sea adictivo y te pida más. Un caramelazo de los buenos. Postgusto largo no, larguísimo.

Un vino en el que no aparece el alcohol ni por asomo, que aún con el aumento de temperatura no pierde fuelle y se comporta como un campeón.

Evaluar la RCP se me hace dificil porque personalmente no soy excesivamente amante de los dulces, y aunque reconozco que este me ha encantado, quizás esos 40 euros por botella de 37 cl se me antojan algo excesivos, pero no tanto por la calidad del vino, sino por mis propios gustos.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar