Dorado intenso, reflejos cobrizos.
En nariz es intenso y complejo, encantador en todas sus fases. Notas florales, recuerdos de frutas blancas bien maduras, membrillo, albaricoque, orejones, frutas escarchadas, trazas de hierbas aromáticas y balsámicas, un fondo especiado de canela o clavo, atisbos minerales, cera de panal, granos de café, miel y frutos secos. Maravilloso.
En boca es un vino sencillamente excepcional, con un balance que lo acerca a la perfección, justamente equilibrado entre dulzor y acidez, con una gran presencia de ésta última que hace que el vino resulte una delicia en esta fase, pues no cansa nada. Final de frutas maduras y cítricos en confitura, con una larga persistencia.
Un vino absolutamente excepcional, junto con el Clos Jebsal Pinot Gris s.g.n. 1986 de Zind-Humbretch lo mejor que hemos probado en dulces alsacianos, sencillamente maravilloso, portador de un equilibrio perfecto que hace que no quieres que se termine. Auténtico vinazo de nivel mundial y otra joya del gran Andrés Conde.
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