Rojo picota con borde del mismo color. Capa media, limpio y brillante.
El otro día tuvimos un interesante debate con él; lo he bebido este fin de semana pasado con mi mujer, y creo que no estaba en perfectas condiciones por un leve matiz a corcho que iba y venía.
En cualquier caso, se trata de uno de esos productores de referencia en el Ródano que no hemos tenido la suerte de encontrar en España hasta hace bien poco, pero que en países donde hay mucha cultura vinícola y saben beber, como Inglaterra o Estados Unidos, lo disfrutan hace años. Esta es la tercera botella que pruebo contando con una que me regaló un amigo gabacho que de esto entiende bastante, y el nivel es alto.
Syrah de la buena, sin estridencias ni sobreextacciones. Accesible para llegar a entender lo que de verdad es esta uva. Y como comenta Eugenio, algo más austero que Graillot. Puntuaré en otra ocasión.

Rojo picota, ribete amoratado, capa alta.
Nariz intensa y muy típica de su variedad y su zona. Notas de violetas, frutas negras bien maduras, ahumados, toques de aceitunas negras, tapenade provenzal, recuerdos especiados y sobre todo balsámicos, regalices y un incipiente fondo cárnico tan habitual de estos vinos.
En boca resulta sumamente clásico y equilibrado, todo está en su lugar y se bebe de maravilla, buena acidez, paso frutal y final redondo y armónico, quedando sensaciones de fruta negra y especias, con un tanino fino aunque por integrar. Buena persistencia.
Marc Sorrel firma un Crozes de gran clasicismo, académico, largo, profundo y mineral, que tiene toda la pinta de envejecer de maravilla, situándose un punto por encima en calidad de otros favoritos como Graillot o Combier, más austero pero muy serio. Unos 24 euros, buena RCP.