Ambarino claro de ribete iodado, parece mecromina.

Intensidad media alta, fruto seco claro, regaliz negro, recuerdo de brandy, cogñac, naranja, avellanas, chocolates, café y torrefacto, espectacular e impecable. Muy limpio.

Boca explosiva en la entrada y sutil en la salida, con el alcohol integrado, con muchísima longitud, levemente abocada, con volumen, suavidad, con fuerza, acidez y equilibrio, sobretodo equilibrio.

Ambarino oscuro con destellos yodados.
Con buena intensidad en nariz, el largo tiempo que ha permanecido en botella hace aconsejar decantación u oxigenación, con la que mejora sensiblemente. Notas de frutos secos con algunos recuerdos de fruta pasa, especias, caja de puros, finas maderas, crema pastelera y un cierto deje balsámico.
En boca se muestra entero y amable al ser un oloroso cabeceado con algo de PX, de paso fino y redondo, muy agradable, con fuerza y longitud, dejando en el final múltiples sensaciones con fruta pasificada, frutos secos amargos y maderas finas como protagonistas. Final prácticamente seco. Buena persistencia.
Botella de los años 70 de una referencia que Domecq creo para conmemorar su segundo centenario, que tuvo lugar en 1930, se trata de un oloroso “medium” con un ligero cabeceo de PX que le otorga una mayor redondez a un conjunto sumamente atractivo, un vino de gran calidad. Un placer beber estas reliquias.