No se va nunca, no quiero que se vaya...

Le cuesta abrirse, marca el acento mineral, de pedernal.
Hay melocotón maduro, resina, como fruta almibarada, frescura, almendra, pera, fondo amargo.
Parece que no hay aroma y no paras de sentir y de recibir estímulos. Hay un grato toque vegetal, agua de espárragos, leve sensación ahumada, hierba seca, a cereal. Cambia y se torna ligeramente floral, incluso mentolado, crece, divina espera, ahora mascas el hueso del melocotón.

Al día siguiente sigue "igual" arrogante, fuerte, vivo, ni un ápice de evolución, alcohol medicinal, yodo, punto salino y balsámico.

En boca es la amabilidad en vino, meloso, con un dulzor que viene y se va, almibarado, un amargor que se señala, una acidez chispeante, muy fresca. Esta en un punto, en el que muestra la complejidad que alcanzara en el tiempo. Hay un agradable toque seco, es un festival de sensaciones en la boca, es un vino que se va y viene, es largo, goloso, lo bebes con ganas y con delicadeza, te va mostrando toda una paleta de aromas y sabores, te va mostrando el futuro. Surge la fruta, maracuya deshidratada, el melocotón y el albaricoque y un punto amargo elegante y jugoso, como la piel de esas frutas.

Al día siguiente, en la boca es voluminoso, surge ese punto seco, de raza, de carácter. El aspecto mineral y concentrado. Hay manzana fresca, un punto algo cálido, muy aromático, satisface, que acidez, que jugosidad, crece y crece en la boca, no se va nunca, no quiero que se vaya...

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