Vaya blancos que se hacían en Rioja…

Dorado intenso limpio y brillante.

Nariz intensa y potente, con una sorprendente limpieza, que va ganando enteros mientras recibe aire. Notas de flores marchitas, frutas blancas bien maduras, membrillo, albaricoque, trazas de orejones, un cierto deje especiado y un marcado fondo mineral, mieles, cítricos en confitura, crema pastelera, semillas de sésamo. Incluso aparecen recuerdos de hidrocarburos, al estilo de los rielsing viejos.

En boca nos fascina igualmente por su acidez, viveza y formidable estructura, vino bien armado, con un impecable esqueleto ácido y un paso finamente balanceado entre grasa y ligereza, dejando en el final recuerdos de frutas maduras, frutos secos amargos y un deje mineral muy característico. Larga persistencia.

Un espectáculo de vino que llega a la casi cincuentena en plena forma, fresco, limpio, balanceado, precioso, envejeciendo un poco al estilo de los grandes riesling pero con sus propias maneras, un vino de auténtica fiesta. Lástima que de esto ya no hay pero una cosa está clara, vaya blancos que se hacían en Rioja…

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar