La añada mágica.

Han transcurrido casi dos años desde la última cata en Verema y su transcurso ha sido muy bueno.
Corcho de calidad, en perfecto estado y teñido de color vino por su contacto con el mismo.
A la vista limpio y brillante color rojo picota de capa alta. Menisco granatoso y rubí. Muy buena, gruesa y densa lágrima que baja perezosamente por el caliz de la copa.
En nariz, abundantes frutas rojas y negras maduras, la madera de su crianza en roble en segundo término.
En boca le encuentro más domado, es elegante, carnoso, equilibrado, un vino con mucho volumen, con carga de fruta en sazón. Taninos domándose. Sus 15% de volumen en alcohol pasan desapercibidos. Madera en segundo plano. Te llena plenamente la boca. Mantiene una elegante acidez que invita a beber y que le dará muchos más años de vida. Elegante y muy grato paso de boca. Es un vino muy largo. Me da una permanencia de casi 4 minutos.
Cuando 12 horas después he vuelto a probar el vino, compruebo que estas horas en contacto con el aire le han favorecido pues ha ganado más potencia en aromas y aterciopelamiento en boca.

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