Sabiendo esperar.

Vino encerrado en una botella borgoñona que está vestida con una etiqueta de diseño moderno y en la que predomina el color marrón y el dorado. Magnífico corcho que la cierra.

      A la vista un color rojo picota de capa alta, limpio y brillante, muy buena, gruesa, abundante y perezosa lágrima en su deslizamiento por el cáliz de la copa al que tinta muy ligeramente. Ribete granate y con imperceptibles notas teja.

       En nariz abundantes frutas rojas y negras del bosque sazonándose. Madera de su crianza sin aparecer.  Ligeros ahumados de su educación en madera.

      En boca es muy elegante, muy frutal, potente, con mucho volumen y carnosidad, equilibrado, mineral y seco, balsámico y con los taninos domándose. Mantiene una fresca, viva y elegante acidez que invita a beber y beber y que le va a otorgar muchos años de vida. Lo iremos comprobando. Muy grato, elegante, sabroso y equilibrado paso de boca. Es un vino muy, muy largo. Me da una permanencia de 4,15 minutos.

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