Después de contemplarlo larga y quedamente, después de admirar ese color piel de cebolla tomado, después de las reverencias… lo pasamos a nariz.
Casi daba pena: una fase menos que nos queda.
Y ahí encontramos una intensidad que no me esperaba, no me preguntes el porqué, pero la presumía menor. Y una gran complejidad, esta sí esperada. Una sinfonía de aromas: tocaban las fresas, tocaban las cerezas, incluso alguna frambuesa se dejaba oír, y tras ellos un poco de todo. Lo que busques, lo encuentras. Mineralidad y tarta tatin es quizás lo que destacaría. No tomé notas pero eso me quedó grabado a sangre y fuego.
Y en boca, pues rendido ante este mito. Un mito que lo demostró en el campo. Una barbaridad de champagne rosado. Burbuja diminuta y discreta. Tacto acariciante. Elegante, vinoso, esférico, mineral. Frutas frescas que juegan sorprendentemente con trazas añejadas. Una acidez de las que elevan...
Buuuuá!!! Dos copitas, dos, bastaron para enamorarme.
Habrá alguien en el mundo al que no le guste esto?
Jaja, mira esto:
El DP Rosé es siempre un paso adelante con respecto al blanco, esa adición de vino tinto le da siempre una consistencia especial que se añade a la elegancia norma de la casa. Si ser 2003 su mejor año (fue demasiado cálido) es un vino que siempre está a un gran nivel.
Saludos,
Eugenio.
La pregunta con la que acabas es toda una cata en si. Además, lo tomaste con quien debías. Te hubiese hecho de mariachi en esa cena romántica a cambio de una copita de dicho elixir, fíjate.
Qué coj... Cenamos un día tú y yo mano a mano y no nos hacen falta mariachis, ya hay mucho artista por allá!!!
jajaja
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