Cogí muchos renacuajos en mi infancia como para que a estas alturas tenga que volver a oler a charca o acequia. Le acompañaba la tierra húmeda pegada al tallo del champiñón y el berberecho en lata, pero no pretendo ni mucho menos que alguien interprete complejidad en un vino que ya no existe más allá de un sorprendente color limón con destellos dorados, y una boca suave que parece tener pegada algo de acidez pero que no deja de "llanear" en realidad.
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