Hay que darle mucho tiempo

Abrimos, olemos, probamos y ni fu ni fa. No es por culpa del corcho, que sale en perfecto estado. Ni de los aromas algo maduros, bien ensamblados pero quizás algo planos. Ni de la boca, con un tanino y un alcohol pulidos pero que en un primer momento adolece de complejidad y tensión. Debido a que esperábamos mucho más de este Beaune 95, jarreamos y le dejamos en paz tres horas. Cuando volvemos a él todo cambia.
Rubí de capa media-baja y ribete teja. Limpio y brillante.
Nariz cambiante y con una atractiva paleta en la que sobresale la fruta negra, la pimienta, los balsámicos, las notas metálicas, los cueros, la sangre, la tierra mojada y un marcado matiz mineral de fondo.
Sabores envolventes y profundos. Ha ido cogiendo aceleración y ahora sí que le notamos mucha pegada. Gran acidez y una cierta astringencia. Fruta, especias, terciarios y piedras.
Postgusto largo.
Me pasa de vez en cuando y creo que la reflexión es importante; cuando en un primer momento un vino no me dice mucho, lo guardo, espero o intento hacer algo para que mejore. Muchas veces te llevas una sorpresa porque, qué menos que darle una segunda oportunidad a un ser vivo que ha estado encerrado tantos años.