Mala o buena vida, según.

Es un vino preconcebido para un perfil joven. No hay más que ver su imagen y cómo se mueve por las redes sociales. Hay un buen camino hecho. No defrauda en parte, pues es expresivo tomado fresco, de orilla violácea, sin mucha capa, con aromas puramente frutales y golosos, a chuches, fresitas, chicle de cereza, regaliz rojo... no parece tener crianza, pero cuando se atempera y coge temperatura es cuando se pone un pelín serio, salen unas especias de monte y unos tostados de la madera. En boca es ligero, dulce, sabroso, de acidez comedida, muy fácil de beber, con un toque vegetal fresco en el postgusto.
Está bien este vino, aunque quizá tenga más tirón del merecido. No lo puedo comparar con añadas anteriores, ya que siempre me he decantado por otros, pero considero por precio y calidad uno de los habituales en determinados momentos.

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