Rico, sabroso, puro placer.

Es de un bonito color rojo cereza picota, ribete violeta y capa media-alta.

En inicio se muestra radiante, esplendoroso, es pura fruta, tanto fresca como madura. Hay moras negras y rojas, fresas y frambuesas, todo es muy rico, hay un grato láctico que recuerda al yogur de fresas del bosque y un aroma flotante en el conjunto a aceituna negra, por otro lado no detectado en otras botellas catadas meses atrás. Al tiempo cambia, se mueve hacia el terruño, es más negro, surgen la ciruela y el arándano, junto a los caramelos de violetas. La fruta es madura y el vino gana en complejidad, es un bálsamo fresco de menta, hierbas de monte y dulce alcohol. Continua recordando a las violetas frescas, a mermelada, hierbas secas, lavanda quemada y azúcar quemado.

La boca es jugosa, la fruta es carnosa, viva y fresca, tiene un tacto musculoso. Tienes rechupeteando el caramelo de violetas, el terruño, la concentración, un leve dulce y un grato frescor. Al final el tanino parece que quiere dominar el conjunto pero aun con esas, es grato, solo te avisa que hay un gran futuro. La boca se queda llena de un grato dulce y meloso zumo de grosellas, junto a un toque salino y mineral, como mascar violetas en el bosque.

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