Infinitas sensaciones

Hay veces que la suerte se convierte en aliada. En este caso como descubrimiento de un vino que, sin embargo, teníamos muy cerquita. Javier de Nicolás hizo el resto.

Verdejo de cepas centenarias y con tremenda personalidad. Intensidad media con sutiles aromas de esencias cítricas, flores y hierbas medicinales. Pide inmediatamente el trago que se muestra poderoso, diferente, muy suave y lleno de elegancia. Gran acidez y excelente ensamblaje. Postgusto largo, suave e intenso, con chispa. Un mar de sensaciones.

Tiene aún mucho potencial evolutivo para destapar matices de su complejidad. No es un verdejo al uso, ni por tradición ni modernidad. Sin embargo y desde el respeto al concepto, desarrolla su macada personalidad. ¿Tal vez un juego de alquimia? Hay que descubrirlo.

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