Una grata sorpresa.

Rojo picota de capa media.

Nariz ligera con tostados finos, cacao y un fondo de fruta roja sobre fondo láctico con alguna nota balsámica y recuerdos de regaliz.

En boca tiene un buen ataque con un paso más bien ligero, taninos vivos pero no desagradables y acidez equilibrada. Es un vino muy equilibrado en su conjunto. Buen equilibrio entre fruta y crianza, buena acidez y estructura más bien ligera con taninos vivos pero integrados: fresco y frutal pero dentro de los cánones clásicos de Rioja: fino.

Una grata sorpresa de una bodega de la que probé grandes reservas en el estilo más puro y clásico procedentes de su liquidación a finales de los 80 o principios de los 90 y que daba por extinguida. Me gusta la línea de su reaparición comercial, a medio camino entre la etapa más clásica, que supongo que no volverá, y el gusto del consumidor actual, pero sin traicionar el carácter que siempre tuvo la marca.

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