Estas cocinas muy especiadas, con curry por todos los sitios y un punto picante alto hace que o lo ames en profundidad o que necesites dejar pasar el tiempo para notarlo en falta.

De entrada unas cervezas, Cobra premium beer, interesantes y bien frías para paliar los más de 45º que hacían en la calle.

Todo al centro y para compartir:
. pakoras: verduras rebozadas en harian de garbanzos: bien frito, nada aceitosa, incluso sabrosas
. baigan bhaji: berenjenas con salsa de cebolla. Un plato muy bueno que repetimos con fruición
. barbacoa mixta de gambón picante: con tikka, tandoori y seek kebab. Normal.
. mussalam de pollo: pollo al curry con huevos, queso fresco y especias. Mejor que bien.
. pan de queso (la ración es de 3) y estaba muy bueno y hubo que pedir otro para cuadrar mejor el beigan extra.
. arroz basmati x 2: arroz hervido aromatizado. Simple.
. cordero con okras: cordero en salsa con calabacín enano ("dedo de mujer"): muy bien.
. cordero rogan josh: cordero con salsa al estilo del norte de Pakistan, con presencia de curcuma, frutos secos y jengibre. Bien.

Para postre un frescor kulfi con mango y kulfi con pistacho. Agradables.

Para beber, empezamos con Otazu 2014, un rosado poco golosina, Apolonia 2013 muy bueno. También agua que era Lanjaron (2 botellas)

Unos buenos cafés.
El local está descrito y el servicio muy correcto. Rapidez y buenas recomendaciones. Poca gente a comer aunque el día era especialmente duro para comida picante, que luego resultó de un picante suficiente sin excesos.

dese hace tiempo trato de acudir con cierta frecuencia a comer lo que me prepara Absal. Nunca sales insatisfecho, pero desde un tiempo hacia aqui cada vez está mejor tanto en cuanto calidad de la cocina como el ambiente.
Destaco la terraza para las cenas a partir de mayo, aunque sé que será necesario el reservar con tiempo.
Relacion calidad precio excelente, tan solo comparable a su curry y la calidad de la comida.
Vale la pena desplazarse para ir alli.

Volvimos a este restaurante tras casi un año sin visitarlo y volvió a estar a la altura de las expectativas. El local es bastante amplio, cómodo, con buena separación entre mesas y, es cierto, el color de las paredes es algo atrevido, aunque imagino que para la mentalidad occidental, así que en estos temas no me meto demasiado.
Cocina sabrosa, especiada y condimentada que, como alguno dice por aquí, crea cierta adicción. Volvimos a probar las ricas pakoras, las berenjenas que tanto me gustan, las espinacas y el cordero con okras con el basmati pulao. Los mismos platos que cuando los conocí, hace ya más de 8 años, pero que, lejos de cansarme, cada vez me gustan más.
La carta de vinos es lo que más ha cambiado, las copas siguen siendo correctas y los precios, aunque un poco altos, están en la media de lo que suelo ver en las cartas de esta ciudad. Para esta cocina recomiendo siempre espumosos.

En definitiva, que espero no tardar tanto en volver.

Es uno de esos restaurantes que no puedo dejar de visitar cada cierto tiempo...

La atención por parte del personal siempre es perfecta, ya que te intentan aconsejar en todo lo posible. La calidad de la comida también muy buena, aunque algunas raciones son más bien escasas. Podría destacar el pollo al estilo Tikka, pollo al curry estilo madras, lentejas, col, el pan y de postre una especie de mus de mango, delicioso desde mi punto de vista.

Por lo que respecta al vino, no puedo aportar nada, ya que siempre marido la cena con una cerveza fresca o agua, ya que opino que es lo más conveniente para este tipo de comida.

Por tanto es una buena elección, ahora bien, tienes que ir un poco en cuenta, ya que si pides vinos y copas puede que la cuenta se te dispare un poco. Yo he llegado a pagar desde 18€/persona hasta 35€/persona.

Acudimos al mediodía a probar este restaurante con tan buenas referencias, buscando instruirnos en la cocina pakistaní. La decepción fue grande, no tanto en la calidad de los productos ni en su elaboración, sino en todo lo que acompaña a una comida para hacerla placentera, que no se trata de alimentarse nada más, sino de pasar un rato más agradable que en tu propia casa. Y no fue así. Nos dejamos llevar por la experiencia del dueño del local y le dijimos que pusiese lo que quisiera, lo más representativo del cocinero. Así fue, y el placer de las nuevas sensaciones fue bueno. No añadiré comentarios sobre los platos y lo que comimos, pues antes de mí hay suficientes, y no probamos nada que no fuera recomendación de la casa. Comentaré, sin embargo, lo que me disgustó: desconocimiento de los vinos y los maridajes, con lo importante que es para una gastronomía a la que uno no está acostumbrado; precio muy excesivo, 45 EUR por barba, pidiendo solo por consejo y con una botella de cava modesto para acompañar los bocados; prisas para terminar, ¡qué cerramos!, no pudimos tomar ni una copa, después de crujirnos tremendo sablazo. Nos echaron del local, es la primera vez que me pasa a las 16.30h de la tarde.

Conozco este restaurante desde hace más de seis años y lo habré visitado más de una docena de veces, pero desde hacía un año la oferta gastronómica de Valencia ha crecido tanto que siempre apetece probar cosas nuevas. Anoche tuvimos el antojo y nos acudió a la memoria y al paladar la excelente cocina que siempre se ha elaborado este local, así que decidimos volver tras casi más de un año sin aparecer por allí.
El local sigue como siempre, al igual que la atención de Maica y Tariq que aun nos recuerdan y nos prestan, como siempre, la máxima atención. Volvimos a probar las berenjenas (baijan bhaji) que sigue siendo uno de mis platos favoritos, las pakoras, el seekh habab, unos pequeños rollitos de cordero especiados, el cordero madrás que estaba excelente y acompañamos de unas okras picantes y arroz basmati pulao y el delicioso postre de sémola, el djalba. Mantienen precios pero han reducido ligeramente las raciones.

Bebimos cava, que es la bebida que recomiendo para este tipo de cocina, en las copas anchas que tiene que me gustan bastante más que las de flauta.

En definitiva, un grato reencuentro al que no tardaré en volver.

La comida no está mal, sabrosa y rica me atreveria a decir. Cuidado con Maica la encargada que tiene una manera de tomar nota un tanto especial.....un tanto dictatorial. Eramos 4 y probamos un poco de todo, pollo curry, cordero picante, berenjena con cebollla, arroz basmati.......lo mejor el helado de pistacho sin dudas. El vino correcto, el precio es con dos botellas de vino entre los 4. Bueno no está mal cuando uno quiere salir de la rutina pero tampoco diria que es un sitio especial.

Es un restaurante al que merece la pena ir. Es de esos que cada cierto tiempo algo te pide que vuelvas. Los currys estan muy bien logrados, el local esta bien, las mesas son comodas y en ambiente, aunque bullicioso, es agradable. Buena relación calidad precio. Respecto al tema del vino..pues de acuerdo con los anteriores comentarios.

Todo sabe a curry, cuando has ido unas cuantas veces ya aburre el siempre lo mismo. Comprando ese condimento en el supermercado podriamos hacer los mismos platos en casa. Si le quitaran el curry, que a nosotros nos resulta exotico, nos quedariamos sin nada. De los vinos y postres mas vale no hablar. Se puede ir alguna vez pero no a menudo.

En su nueva ubicación siguen haciendo una interesante cocina indo-pakistaní. El sitio es amplio con un ambiente ’popular’ y algo ruidoso. Carta de vinos bastante limitada y copas normalitas. Servicio del vino casi inexistente y servicio de sala quizás un tanto autoritario, tratando de llevar al cliente a platos concretos. Muy buena RCP.