Después de haber pasado por este restaurante y salir completamente defraudado, releo los comentarios anteriores y parece que hablamos de sitios distintos. Cierto es que la atención es buena, que tienen muchos detalles por los que no cobran: dry martini, aperitivos salados, degustación de aceites, petit fours, etc., que el local tiene un interior muy acogedor (el exterior, sin embargo, necesita que le presten más atención) y que los precios son correctos, pero falla el pilar fundamental de un restaurante: el nivel de su cocina. Digo esto con ciertas reservas, pues me baso en mi opinión sobre su menú degustación. La calidad del resto de su repertorio culinario la desconozco, aunque si su nivel es bueno debería tener también reflejo en su menú degustación. El menú, de 40€, estaba compuesto por los siguientes platos:
-Ensalada vieira y tallarines de tinta de calamar.
-Cuajada de mousse de foie con falsas huevas de melocotón
-Canelón de pisto con tempura de langostino
-Lomo de bacalao de anzuelo
-Cochinillo sobre puré trufado
-Crema de frutos rojos con espuma de chocolate
-Pastel de Sacher con vainilla de Tahití
Nada de lo servido tiene nivel para aparecer en un restaurante que se precie. Todo sabe a lo mismo: a nada. Las ideas son buenas, pero el resultado lamentable.
Respecto al vino, tienen buena carta (no se menciona en ella las añadas) y se sirve correctamente.

El Batan,que decir de el,sali del restaurante con ya ganas de volver por el magnifico trato y atencion de sus cuidadosos camareros y principalmenete por la exisitez de sus platos.

Pedro y Sara

En plena naturaleza, centrando la comarca de Albarracín, cerca de Tramacastilla, encontramos este soberbio restaurante.

El edificio que lo cobija era un antiguo batán (como un molino de agua cuya función era transformar mediante golpes los tejidos, haciéndolos más tupidos y resistentes). Todavía pasa el río por debajo, pero por poco tiempo, pues están transformando esa planta inferior en un precioso Spa.

Las paredes pintadas en vivos colores rojos contrastan acertadamente con la rusticidad del entorno.
Buenas sillas y mesas, dispuestas con holgura, óptima cristalería, vajilla… Perfectamente dotado.
Cómodo y acogedor.

Tienen maneras de gran restaurante: 4 sales, 4 aceites, panes diversos, cocktail de bienvenida, preaperitivo, petit fours…

Cocina de autor de fondo aragonés y envoltura internacional. Para paladearla con amplitud nos decidimos por la opción del menú degustación (38€ sin vino):

•Ensalada templada de vieira y tallarines de tinta de calamar.
•Cuajada de mousse de foie con falsas huevas de melocotón de Calanda.
•Canelón de pisto aragonés con tempura crujiente de langostino.
•Lomo de bacalao de anzuelo con fondo de picual y perretxicos.
•Crujiente de cochinillo sobre puré trufado y macedonia de la pasión.
•Crema helada de frutos rojos con espuma de chocolate y leche de tomillo.
•Pastel de Sacher con vainilla de Tahití.

En cada plato, elaborado con materia prima de calidad, percibes el buen gusto y la esmerada técnica del cocinero.

Amplia carta de vinos nacionales, en especial en lo que respecta a Aragón, servidos con mimo y criterio.
Dos blancos, Gaba do Sil Godello 05 y Enate Gewustraminer 07, precedieron a un tintazo, el infalible Tres Picos Garnacha, en esta ocasión 07.
Pero donde se lució Sebastián, el propietario, fue en los vinos de postre. Nos sirvió una degustación de dos Px, un Palo cortado, un Moscatel, un Oporto, un Sauternes… Una copita diferente para cada comensal (éramos 6), que compartimos y catamos. Un placer.

Servicio acorde con la altitud comentada.

Absolutamente recomendable.

Bonito restaurante situado en una hospedería en las afueras de Tramacastilla.
Comedor acogedor, cálido; nos sentamos junto a una ventana desde la que se podía ver el paisaje nevado.
Cocina con toques de autor pero con raíces aragonesas.
Muchos detalles por cuenta de la casa, cóctel de bienvenida, entrante, tres clases de aceites y seis de sales.
Buen servicio del vino, envinado de copas con una carta muy correcta aunque tirando hacia la tierra.
Buenos los entrantes, pero decepcionantes los platos principales; el estofado de ciervo con la salsa desligada y nadando en aceite.
La paletilla de ternasco deshuesada, para olvidar.
Eso sí, excelente trato, con explicaciones y atenciones fuera de lo común.
No se puede fumar, pero tras la comida nos pasaron a un salón donde si se podía, a tomarnos el café y los orujos.
No te cobran ni el cóctel y ni el entrante con que te obsequian, -lo que resulta lógico-, pero tampoco el pan, el aceite ni los orujos.
En comida, un 2.5, pero por el excelente trato y servicio lo subo a 3.

Poco que añadir a los acertados comentarios.Pedimos menu degustación los adultos -35 Euros,se sirve a mesa completa-y los niños un plato de pasta ó arroz (gracias Mª Jose por el detalle).Aperitivo y el detalle de un platillo dec aceite a elejir por cada comensal;el menú consistía en:2 entrantes, 2 platos principales:dorada con jamón de Teruel,lomo de vacuno y 2 postres-muy bien el trifasico.Buena carta de vinos con especial atención a los de la comunidad aragonesa ;tomamos Venta D’Aubert Viognier y Borsao Tres Picos excelente servicio del sommelier envinando las copas-correctas-.Tambien buen servicio de sala "femenino".Como remate una "pequeña" pero seleccionada carta de infusiones y cafes.Precio aproximado 35 Eur+vino+iva

Restaurante bastante correcto.esta es la tercera vez que que he ido a cenar en un año y la verdad esque siempre he salido bastante contento,sobre todo si lo comparas con lo que hay por la zona.por poner algun pero en alguna ocasion el servicio ha sido un poco lento y la comida bastante bien resuelta aunque en alguna ocasion ha habido algun plato que no ha salido correctamente.servicio del vino correcto.en definitiva un sitio para volver.

Quizá el mejor restaurante de la provincia de Teruel junto con el mesón El Óvalo (en la capital). Es recomendable pasar un fin de semana de invierno en esta hospederia, pasear por el entorno y por el cercano y mágico pueblo de Albarracín. La comida es exquisita, mezaclando lo tradicional con lo vanguardista, con excelenete materia prima. Buena carta de vinos y magnífico servicio. La pena, para mí, es que ya es demasiado conocido, aunque los dueños estarán encantados.
Imprescindible si vas por la zona.

Excelente recomendación. Si os acercais por Albarracin o alrededores no dejeis pasar la oportunidad de comer en este encantador Restaurante enclavado en plena sierra de Albarracin. Cocina de autor con toques regionales. Optamos por un magnifico menú degustación digno de elogio, maridado con un Fagus 2002 (D.O. Campo de Borja), un espléndido vino. Local bastante bien acondicionado, nada que ver con lo que hay por aquellos parajes. Servicio atento. Buen trato al vino. Sin desentonar, deberia mejorar la cristaleria. Aceptable RCP.
Un saludo.