Restaurante Passatges en Portbou
Restaurante Passatges
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
20,90 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
27 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.6
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
6.0
RCP CALIDAD-PRECIO
9.0
Raviolis de rustido de ternera
Opiniones de Passatges
OPINIONES
6

Otra visita más a uno de mis restaurantes favoritos, esta vez en pareja. Noche calurosa de julio en Portbou y mesa para dos en la terraza. Al ser un jueves el local no estaba tan concurrido aunque luego se animó la cosa y así fuimos atendidos más rápido de lo que es habitual. 

El menú de verano quizá me convenció menos que otros años aunque habían opciones interesantes. Yo tomé unos raviolis de rustido de ternera con su salsa, exquisitos aunque ración algo escasa (normal por otra parte en la pasta fresca) y mi novia una ensalada (abundante) de mezclum, uva, frutos secos y queso tête de moine (que era la primera vez que lo probaba y me encantó).

De vino, un rosat Do Empordà (13 eur) nada destacable pero que servido en cubitera acompañó bien la velada en la terracita. Buen servicio de pan (gratuito el primero, el resto a 0,80 eur) muy crujiente y ración suficiente. También el menú incluye medio litro de agua mineral (no filtrada).

De segundos yo me decidí por un taco de atún (rojo según el menú pero no tengo claro que lo fuera y por el precio asequible del menú no lo encuentro criticable si es que no lo era) servido con verduras Teriyaki con abundancia de espárragos verdes. Muy buena cocción y muy suave. Mi pareja tomó filete de Ibérico que también estaba más que correcto.

Los postres son algo rompedores. Para mi (aunque los compartimos, claro) una panacota de farigola (tomillo) de Portbou, entiendo que cogido en la montaña con helado de aceite de oliva. La panacota muy rica recordando el gusto a la hierba aromática. El helado algo insípido y no me recordó al aceite. Muy apañado, eso sí. Raciones de postre algo escasas para mi gusto (somos muy de dulce). El otro que escogimos fue After Eight en dos texturas: un helado de menta encima y debajo una mousse de chocolate creo que con leche. También voló.

He hablado en casi todas mis críticas del Passatges de un servicio demasiado lento (aunque muy correcto y educado) y con algunos despistes. Hoy hay que reconocer que el ritmo fue el adecuado y sin fallos apreciables (también ayudó a que no estuviera tan lleno como otras veces). El menú, eso sí, ha subido 4 euros (ahora 23) aunque la relación calidad precio sigue siendo muy buena. Para repetir cada verano, en pareja y con amigos. 

  • Raviolis de rustido de ternera

    Raviolis de rustido de ternera

Cuarta (creo) visita a este restaurante que aúna comida que casi se puede calificar de autor con un servicio lento y con múltiples fallos. Lo he dicho más de una vez: si no tenéis prisa y priorizáis platos ricos y de calidad a precio asequible, éste es vuestro local... armaros eso sí de la paciencia de Job (o de Matusalén ya de paso)

El menú, que consta de 1º+2º+postre con pan y 1/4 de litro de agua por persona, se mantiene a 19 euros IVA incluido, lo que es una ganga, porque además hay 6 ó 7 platos a escoger de principales y unos 5 de postres.

De primero tomé carpaccio de atún: riquísimo y además una buena ración. De la calidad del mismo no puedo opinar porque mis conocimientos son algo limitados en este aspecto, pero la verdad que entraba muy bien. Para acompañar pedimos dos botellas de vino blanco (éramos 4 y quizá fue algo excesivo), ambas de la DO Empordà. El servicio del vino correcto: cubitera, cata inicial y primer llenado. Copas flojillas. Uno era Macabeu y el otro Coupage de Chardonnay y Sauvignon Blanc, que nos gustó más.

El pan lo tuvimos que pedir... El primer plato nos llegó casi una hora después de llegar, aunque hay que decir que uno de nosotros llegó más de media hora tarde y pedimos a la vez, con lo que la espera fue razonable. De segundo compartí con uno de mis amigos/comensales" un arròs negre de sepia, almejas y alcachofas servido en una paella de hierro. Ración suficiente para tres y muy sabroso, oscuro como el azabache (¿qué es el azabache?) y decir que es un arroz más de digno para un menú tan asequible.

El postre sí que se hizo esperar... diría que una media hora, cuando lo más lógico es que tarde menos que lo salado. Para mi que se olvidaron de nosotros. Sí que es cierto que era una noche con muchos clientes (tuvimos que cenar en el comedor interior lo que fue un alivio pues con el aire acondicionado la temperatura era más agradable que en la tórrida noche portbuense). Mi opción fue una mousse de chocolate blanco que fue lo más flojo del menú. Estaba recubierta de una mermelada cuyo dulzor no combinaba con el chocolate, que ni estaba especialmente bueno ni tenía textura de mousse. Se podía comer eso sí. Uno de mis compañeros tuvo que pedir la cucharilla...

Tuvieron, eso sí, el detalle de invitarnos a un chupito y hay que decir que uno de los camareros se disculpó efusivamente... Repito, la comida está muy buena y se puede ir una, dos, o tres veces en verano si os pilla cerca y sin ninguna prisa. Después de varias cenas creo que el fallo del local (dejando aparte de que hay poco personal y que tampoco es excesivamente cualicado) es que le falta un líder/jefe de sala que ponga un poco (bastante) orden. No sé si Chicote sería una buena opción...

PS: puntúo como servicio de vino al servicio en general.

Tenía ganas de volver a este restaurante, para mi el de mejor calidad/precio de la población. El cocinero/chef y su equipo preparan platos bastante currados, se puede decir que de autor. Dispone de varios menús, el más completo de los cuales "sólo" cuesta 18.90 eur IVA incluído!! Esto en una agradable noche de agosto, con algo de calor pero sin la molesta tramuntana, cenando en la terraza a 20 metros del Mediterráneo, Costa Brava... Un regalo, señores.

Pero todos sabemos que nadie regala nada. Un detalle muy, pero que muy "sospechoso" es que el precio del menú había bajado más de 3 eur desde el pasado verano (de 22). Otro detalle, que parece que ya no tienen web. En el precio se incluye pan y 1/4 de litro de agua por persona y no tengo claro si vino de la casa.

El menú tiene unas 8 ó 9 opciones para primeros, segundos y postres, un número más que suficiente. Llegamos a las 9 de la noche, aun de día y nos situaron en una buena mesa en la terraza como habíamos pedido. Ya íbamos avisados de que el servicio era lento y desacertado, pero lo que sufrimos esa noche fue casi surrealista...

A las 9 y cuarto ya estábamos todos instalados. Tardaron como 20 ó 30 minutos en venir a pedir con más voluntad que aptitud. La bebida, afortunadamente, no se hizo esperar mucho, pero es que tampoco hay que prepararla... Los camareros, absolutamente despistados, dando la impresión de que les acabaran de contratar esa noche y que tomar las comandas fuera como entender la física cuántica. Eso sí, muy educados, correctos y con un mínimo de tablas para tratar con el cliente. La verdad es que prefiero esta carencia que el ir de sobrados.

Se puede decir que lo único "malo" del restaurante es esto. Lo he valorado en el servicio de vino, ya que no hay ninguna opción de puntuarlo y creo que es justo mencionarlo de la misma manera que premiar y alabar su gran cocina y su ajustado precio.

Vamos ya con la comida, que es sin duda lo más importante. De primero tomé una ensada tibia de pulpo con all i oli "suau". Estaba muy rica (la hora y cuarto de espera también ayudaba...), con la salsa muy moderada, el pulpo correcto, la patata muy rica, los complementos también a la altura. No recuerdo mucho el plato porque era ya de noche y la foto no quedó bien. Mis compañeros también quedaron contentos. Como no teníamos muchas ansias vinícolas, tomamos el tinto de la casa, creo que un Empordà (8 eur) que acompañó sin alardes la cena. Copas normalillas tirando a flojas. Fresquito, eso sí.

Para el segundo el caos, como la entropía, fue en aumento. Se equivocaron con algunos platos (confundieron un tataki de salmón con un steak de atún o algo así). Yo sinceramente creo que el personal de sala (terraza mejor dicho) no tenía visualmente muy claros los platos. Tuvimos que pedir el pan, que en teoría está incluído, y aun así aun lo estamos esperando... Eso sí, mi hamburguesa km 0, en un pan crujiente de focaccia (diría) estaba deliciosa, de las mejores que he probado y en esto soy ya algo selectivo. Buena ración además, quizá unos 150 gr con buenos complementos (salsa y al lado unos dados de patatas). En un menú de este precio es algo muy a valorar.

El postre, tarta de chocolate, también estuvo a la altura. Ración pequeña pero suficiente, muy golosa, fue un buen colofón a la cena. Por cierto, los trajeron sin las cucharillas. Cuando se lo comentamos a la supuesta jefa de sala, nos dijo resignada: "Estos chicos..."

Bueno, he sido muy objetivo con la crítica, la cosa está muy clara: contratar camareros profesionales sale caro y más en la costa. De esta manera el menú puede valer lo que vale. Me gustaría que no se me malinterpretera la crítica: es simplemente un servicio lento, al que hay que explicarle las cosas con claridad y saber que va a haber fallos en la velada. Yo recomiendo totalmente este restaurante y nos arrepentimos de no haber pedido un vino mejor. El producto es bueno, la elaboración y presentación, de restaurante de nivel y lo único es que es un lugar al que no hay que ir con prisas y pasar dos horas charlando y cenando. Eso sí, no pedimos cafés: las vacaciones no son muy largas y no hay que desaprovecharlas esperando tanto...

PS: Como dato positivo, comentar que unos amigos fueron al día siguiente y me comentaron que no fueron tan lentos, tal vez fuera un día incómodo o que no estuvieran finos.

Teniamos ganas de ir a cenar a este restaurante, pues se puede decir que es la primera vez que en este pequeño (1300) pueblo de la Costa Brava ofrecen un menu tan fuera de lo comun para lo que estamos acostumbrados por estos lares. Me gustaria explicaros la experiencia sin que me haya parecido necesario criticar ningun otro local del pueblo como hemos visto en comentarios anteriores.

Hay tres menus a elegir (primero+postre/segundo+postre/primero+segundo+postre). Elegimos casi todos el ultimo (19,50 euros IVA incluido, ofreciendo pan y 4 botellas de agua de 50 cl para 7 personas: seguramente nos hubieran dado alguna mas si la hubieramos pedido). Es curioso hacer notar como con la crisis han proliferado estos menus "incompletos", cuando hasta hace poco era impensable una opcion de menos de 2 platos.

Primero comentare el tema del vino. Pedimos un blanco de l'Emporda (el 60% de las opciones de la carta son de la denominacion Emporda-Costa Brava: se ha de "fer pais"), Maragda (10 euros) recomendado por la casa. Vino correcto con un punto entre dulce y acido. Por este precio no se podia pedir mucho mas. El tinto (tambien del Emporda, Garriguella concretamente) un Rhodes (15,5 Eur) que si que nos gusto: fuerte (14.5º) y afrutado con mas sensaciones en nariz que mis discretos conocimientos en enologia impiden definir mejor. En cuanto al servicio del vino, si que habia puntos a mejorar: el blanco no estaba muy frio, pero si que nos trajeron cubitera sin pedirla; el tinto lo trajeron primero que el blanco (quiza un error sin mas importancia) y las copas eran algo discretas. No esperaba Riedel, pues por precio y fragilidad probablemente el restaurante tendria que cambiarlas cada dos por tres y no seria rentable, pero si alguna copa de cristal mas fino y de forma mas todoterreno, pues las presentadas no permitian catar bien ni blancos ni tintos. El tinto servido a una temperatura muy adecuada. Quiza falto a los camareros comentar algo mas, pues dejaron la botella y se fueron casi sin decir nada.

Paso ya a describir los platos. Tome de 1º verduras salteadas con chips de yuca. En su punto (habas, judia verde, calabacin, etc) al dente con el justo toque de un buen aceite que no hizo necesario añadirle nada mas. Los chips de yuca, supercrujientes y poco aceitosos. De segundo, pies de cerdo "sin trabajo" (deshuesados)envueltos en hojaldre con piñones y una salsa exquisita. No habia mucho pie de cerdo, pero era un plato muy sabroso. Por ultimo, probe helado de mascarpone con salsa de fresa, tambien delicioso. No se si era casero o no, pero como minimo la textura y el sabor eran excelentes.

Al final nos pedimos un cava (Rabetllat i Vidal) que resulto algo discreto cuando por precio (17,50) se esperaba algo mas.

En resumen, gran RCP y servicio correcto pero sin alardes. No fue muy rapido aunque se puede justificar pues debiamos ser unos 40 comensales y 4 camareros es poco. Y es un restaurante nuevo con lo que el personal de sala mejorara si mantiene una continuidad. Al personal de cocina si que hay que felicitarle por sus platos, que quiza no sean cosa de otro jueves, pero que por menos de 20 euros son muy dignas. Hay 10 primeros y otros tantos segundos y postres a elegir (algunos segundos con suplemento, pero ninguno de los que probamos lo tenia y todos nosotros quedamos encantados - lomo de atun, pato confitado, etc).

Si teneis ocasion, probad su cocina. Y un poco de paciencia con el servicio, pero ya os digo que no nos trataron mal ni mucho menos, solamente algun pequeño despiste.

'Salvados por el cocinero' porque realmente sigue la línea basada en el buen producto, buenas raciones, magnífica y sensible ejecución... exquisito y sabroso todo en general, y una calidad precio difícilmente superable. Hasta los gin tonic son de buena factura. Destacaría esta vez las manitas de cerdo (sin trabajo) dentro de un crujiente hojaldre y la noche muy agradable en la terraza con vistas a una bahía calma y bella.
Dicho esto, en la primera visita advertí que estaría pendiente de la evolución del restaurante. En nuestra segunda visita tenemos que encender un lucecita roja. De momento tenue y atribuible directamente al personal de sala (sala y terraza en este caso) o a la necesidad de hacer llenos los fines de semana de agosto. Las esperas fueron excesivas con un despiste considerable, ya que tardaron casi media hora en tomarnos nota. El verano y una éxito excesivo puede corromper el personal y una, a priori, magnifica propuesta. Dicho esto: el responsable de sala se presentó al final a pedirnos disculpas y a invitarnos a los cafés.
Felicidades al personal de cocina... la sala que se ponga las pilas o que resten mesas. En este caso puntuo bajo el 'entorno' entendiendo que solo en este apartado se puede valorar a la baja un servicio que seguramente continua siendo el mejor de este pueblo pero que deseamos que mejore.

Por fin puedo decir que (de momento) en Portbou hay un restaurante, en pleno paseo marítimo, muy sencillo pero donde se puede disfrutar comiendo. Tratándose de Porbou esto es todo un acontecimiento. El establecimiento se llama Passatges, en homenaje al complejo artístico creado por Dani Karavan, que alberga este pueblo y que está dedicado al filósofo y ensayista alemán Walter Benjamin. He matizado con un 'de momento' porque el restaurante acaba de inaugurar y tendremos que estar atentos a su evolución. Hoy por hoy es recomendable para cenar o comer para todos aquellos que vayan o salgan de la imponente ruta de la côte Vermeille.
Para contextualizar: Como nos recuerda Josep Pla en El meu país y recientement Miquel Berga en el libro sobre los 50 años de história del Motel Empordà, el viejo restaurante de la estación de Portbou fue la puerta de entrada de la cocina moderna catalana. Allí impartió sabiduría Pere Granollers. Antes, durante 20 años, fue el chef del mítico Hotel París de Montecarlo y del balneario Vittel. El año 1933 Granollers se adjudicó el restaurant de la estación de Portbou, convirtiéndolo en uno de los más célebres de Cataluña de aquellos convulsos años. Tubo allí de aprendiz a ni más ni menos que Josep Mercader, que después de unos años en Portbou fundaría en Figueres el mítico Motel Ampurdán, cuya historia, mayoritariamente conocida, es el punto de partida de la gran gastronomía catalana.
Cuando el restaurante de la estación se convirtió en un prescindible restaurante de estación, una especie de maldición gastronómica se apoderó de este decadente y delicioso pueblo de frontera, repleto de restaurantes de paella infame para cazar turistas sin criterio, y tugurios que ofrecen productos de muy mala calidad (exceptuando el bar Voramar con un picoteo de muy buena calidad pero caro y el restaurante l'Àncora que tiene unos precios desorbitados para lo que es). Con dos feos y repugnantes chiringuitos en el paseo marítimo que propulsan a diario nubes de aceite podrido a la atmósfera.

Al asunto: Passatges sierve un producto muy bueno para el precio que tiene. Tiene tres menús distintos de 20 euros hacia abajo con distintas combinaciones que permiten platos más complejos añadiendo algunos euros. Lo he etiquetado como cocina creativa pero debo matizar que es una cocina de creatividad ya creada.

El tema:

Carpaccio de buey (Un carpaccio sin más pero perfectamente ejecutado y acompañado de una deliciosa ensalada)

Burrito de escalivada. Exquisito. (Interesante fusión entre cocinas separadas por un mundo).

Pulpo. Muy bueno. (Una pata con un punto de braseado perfecto acompañada de un suave puré de patata trabajado y unos detalles insignificantes de pimentón)

Un perfecto bacalao confitado responsando encima de unas espinacas a la catalana salteadas con piñones. (Presentación perfecta)

Helado de mascarpone con sopa de fresas.

Sopa de frutos rojos con helado de nata.

Carta de vino escasa pero absolutamente comprensible. Son un grupo de gente muy joven (por cierto un servicio muy agradable que con el tiempo afinará) que se la juegan en un pueblo con una muy mala fama gastronómica ganada a pulso. Esperemos que aquí empiece a cambiar la historia.

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