Restaurante La Mecedora de la Abuela en Gaibiel
Restaurante La Mecedora de la Abuela
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
26 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.8
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
8.2
Precio medio entorno ENTORNO
7.9
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Opiniones de La Mecedora de la Abuela
OPINIONES
5

Excelente propuesta a la entrada de Gaibiel, donde encontramos una edificación de madera que constituye el comedor del restaurante. En verano también está disponible el exterior, con otro tipo de menú más desenfadado si se quiere optar por él.

La decoración es rústica, con muebles sobrios, lámparas modernas, de diseño, y mesas amplias y confortables para los comensales. Toda la ropa es de tela.

La carta consta de entrantes bastante clásicos (croquetas de bacalao, esgarraet con mojama, jamón y queso, ensaladas, ibéricos, anchoas...) pero bien elaborados -que no es poco-; carnes (entrecot, solomillo, chuletas, pollo, embutidos... todo a la brasa) y pescados. También hay especialidades por encargo, así como platos de cuchara, como la olla del terreno, y arroces.

La cena consistió en dos ensaladas, la de la abuela y la de perdiz, excelentes ambas, con buen producto, bien aliñadas y los ingredientes en conjunción, junto con un entrecot de vacuno por comensal. De nuevo magnífica calidad, buen tamaño y brasa en su elaboración, aunque, por poner un pero, la guarnición es mejorable: patatas fritas caseras y dos pimientos de padrón. Los cuatro pedimos lo mismo, si bien con diferentes puntos de asado. El postre fue un surtido de dulces caseros: tarta de queso y mermelada de arándanos, tarta de almendras y tarta de calabaza, todos ellos correctos.

Al tratarse de aficionados al vino, se nos permitió descorche: Gabián 2013 (DO Ribeiro), Cosme Palacio crianza 2011 (DO Ca Rioja), Château Bouscassé 2010 (AOC Madiran) y V Dulce de Invierno -de Javier Sanz- (DO Rueda). Por este concepto dejamos una generosa propina, cómo no.

Servicio amable y profesional, en un restaurante cuyo principal objetivo es que el cliente esté a gusto. Lo cumplen con creces.

El precio no contempla vinos ni descorche.

Bonita cabaña de madera con una decoración cuidada y muy acogedora.

Aquí se puede degustar una tradicional paella valenciana a leña de las de toda la vida.

Éramos 6 adultos y 2 niños, y la comanda fue:

Esgarraet, muy rico y generosa ración.

Ensalada de la abuela, bien completa, taco atún, palmitos, lechugas, tomates, buen producto.

Y la genial paella valenciana, arroz perfecto, repetimos varios y aún sobró y tuvieron el detalle de ponernoslo en un tuper.

Todo acompañado con un pan muy rico con tomate.

Postres caseros muy buenos, yo me tomé unas milojas de crema con chocolate que quitaban el hipo y por ahí pude probar también una trata Gran Chocolate que el nombre ya lo dice todo.

Para beber cerveza y aguas + cafés, los cuales los pudimos degustar en la agradable terraza, controlando a los nanos jugando.

Tenían una carta de vinos a la que eche una ojeada con referencias interesantes y a buen precio.

Servicio muy amable, atento y rápido en todo momento,

Lo dicho si estás por la zona, o no, pero te apetece comerte una buena paella a leña de las de toda la vida, debes ir a la Mecedora de la Abuela.

Desconozco el precio, ya que fui invitado.

Rimbombante nombre para tan sencilla explicación. Ahí está la mecedora de la abuela conforme entras. Pero también, parte de su cocina.

Se trata de una cabaña de madera acogedora, con una decoración interior nada recargada, gracias a que no se abusa de lo rústico.
La iluminación y las sillas, así lo demuestran, por poner un ejemplo.
Buena separación entre mesas, bien vestidas, con un coperío mejorable si así lo solicitas, y sobre todo, atención muy cercana.
Paco, se nota que lleva sus kms. recorridos. Se encarga, junto a Manolo, fundamentalmente de los arroces a leña y de las brasas.

La cocina está basada en una excelente materia prima, como así demuestra su carne hecha a la brasa. Desde el embutido, hasta las piezas de vacuno, que por cierto, son locales, ni siquiera de la comarca, del pueblo mismo.

Pedimos como entrantes, unas bravas (4,50 €.) para los niños, que aunque no están en su carta, nos las hicieron ex profeso. Normales, pero agradecido por el detalle.
Unas albóndigas de bacalao (9,90 €.); excelentes croquetas, receta de la mencionada abuela, donde se nota bien la miga del bacalao y sus piñones tostaditos, con el rebozado muy fino. Hacía tiempo que no probaba unas así.
Embutido a la brasa. Bien presentado en fuente rectangular. Muy bueno. Destaco la morcilla.

En cuanto a platos principales:
Paella valenciana para dos, y solomillo de ternera (16 €.)a la brasa para los otros dos.
Siempre tienen paella los domingos, se podría decir que es de ración, pero hecha al momento, presenciando incluso como la hacían y directamente para comer.
Respecto al solomillo, impecable en cuanto al punto. Lo bueno que tiene la brasa es que potencia el sabor de una buena carne y estando roja por dentro, hace que no sangre en absoluto. Muy buena calidad. Servida con pimientos, tomate cherry, y el ajito tierno en forma de paja. La guarnición, también a la brasa.

El pan con tomate (4,50 €.) acompañó la comida. Pan crujiente y caliente, creo que horneado al momento, y tomate sentido de ajo.

El vino fué un Beso de Rechenna 2008 (14 €.) servido a buena temperatura.
Tienen una carta corta, pero con la que te puedes apañar perfectamente.

Tienen un surtido de postres caseros entre los que elegimos, una tarta de chocolate, flan de almendra, y flan de calabaza (4,50 €.). Servidos junto a bola de helado. A cada uno, la que le correspondía. Contundencia total, tanto en tamaño, como en sabor. Especial el de calabaza.

Decir que salvo el arroz al horno (sábados) y la paella (domingos), todos los demás arroces son por encargo. Igual que otros platos como por ejemplo el conejo con tomate y caracoles.

Muy buena atención, y atenciones. Volveremos. El entorno exterior se ve acompañado por una buena cocina y convierte una escapada a la zona en una magnífica opción.

Nota: Los platos que no llevan precio no quedaron en mi memoria.

A partir de ahora, incluiremos algún que otro restaurante que consideremos que vale la pena, siempre y cuando entendamos que algún producto merece ser destacado. Ubicado en un zona de casitas rurales de madera, el cual resulta muy cálido por la composición del mismo (cabaña de madera), bien decorado y tranquilo. La vajilla y cubiertos un tanto de batalla, y la carta de vinos ajustada, aunque hoy no vamos a valorar el servicio del vino para que no nos llamen la atención, je, je., pues debido a que cogimos el coche, bebimos cerveza sin alcohol. Fuimos con idéa de pedir unas carnes a la brasa, pues nos habían comentado que las hacían bastante bien, disponen de varios entrantes tradicionales: pulpo, anchoas, ensalada,albóndigas, mojama, codornices, etc., de varias carnes a la brasa: solomillo, entrecot, conejo, etc, y de varios platos elaborados: arroz al horno, paella, conejo con caracoles, etc.

APERITIVOS:

- Papas con cacao.
- Pan y tomate para untar.

EL MENÚ:

- Pulpo a la gallega. (8,5).
- Solomillo de ternera a la brasa. (8,5).
- Entrecot a la brasa. (9).

BEBIDA:

- Cerveza sin alcohol.
- Café.

RESUMIENDO: Buen restaurante para las brasas, donde la comida casera parece que apunte buenas maneras, pero esta última será para otra ocasión.

Restaurante situado en Gaibiel, una villa en la sierra de espadán y que se dedica a elaborar una cocina tradicional en la que predomina la buena materia prima de la zona y su trato con la "leña".
El lugar es una casa construida en madera y con muebles entrañables que le dan un ambiente acogedor y particular en el que se hace muy fácil disfrutar de su comida.
Mi primera vez (pero no última) visita, fue una comida para cuatro personas en la que degustamos como entrantes unas croquetas de bacalao (muy buenas), un plato de jamón con embutido y un plato de quesos de la zona que sinceramente no sabría cual destacar porque estaban todos riquísimos. Como segundo plato cada uno eligió una opción (perdiz en escabeche, solomillo, chuletitas de cordero y embutido a la brasa...) todo estupendamente cocinado: en el que se notaba la buena forma de tratar las brasas. Los postres los repartimos entre todos, ya que no teníamos mucha hambre, aun así pedimos una tarta de queso (buena) y un milhojas con crema de chocolate que estaba espectacular. El vino fue un Martinez Lacuesta crianza (rico).
El trato fue muy agradable y cercano.
Personalmente repito seguro.

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