Restaurante Aduana en Valencia
Restaurante Aduana
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
23,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
28 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.9
Comida COMIDA
7.1
Precio medio entorno ENTORNO
6.3
RCP CALIDAD-PRECIO
7.1
Crujiente de Rabo de Toro
Bravas al estilo Juana
Tellinas
Opiniones de Aduana
OPINIONES
11

  Local que ha sido remodelado y que tiene una buena terraza  cosa importante para mi en esta etapa de covid. Con facil aparcamiento en el puerto.   buena atencion por parte del servicio y buen producto

Ademas de la carta de ofrecen otros platos  fuimos dos personas y tomamos 

tartar de atun marinado con aguacate.  Buen plato de sabor y tamaño

boquerones rebozados poca cantidad pero muy buenos 

buñuelos de bacalao con mermelada de tomate   Muy ricos

esparragos envueltos en pasta filo  lo que menos gusto.  Estaba muy seco y sin sabor

para beber cava señorio de calles.  Cumplio con su papel 

precio 79 euros los dos.   Sin postre.  Para repetir 

Comida con un amigo para celebrar la llegada del verano, aunque, todo sea dicho, ese día parecía más de otoño a pesar de estar ya en pleno julio del fresquito inusual que hacía y por estar nublado. En fin cosas del tan traído cambio climático que ya lo tenemos aquí. Puesto que no es la primera reseña que tiene este restaurante en verema no me extenderé demasiado describiéndolo, sólo decir que se encuentra semi escondido (de hecho desde fuera del puerto pasas por la puerta y no reparas en él) ya que está de espaldas a todos los que hay en lo que se conoce como la Marina Real. Hace algún tiempo parece que remodelaron completamente su decoración dando el salto de calidad definitivo para pasar del típico bar portuario donde iban antiguamente única y exclusivamente los trabajadores del puerto (marineros, pescadores, estibadores, etc) a almorzar y comer a diario para convertirse en lo que es hoy en día, un restaurante de nivel al que la gente acude exprofeso para comer y cenar. A destacar su maravillosa y encantadora terraza donde nos acomodamos y que, con suelo de madera y cubierta a modo de celador, no le faltaba un detalle para hacerte la estancia agradable. Tienen hasta ventiladores de techo para que en los días de mucho calor puedas comer allí sin ningún problema. Mesas perfectamente vestidas con mantelería de tela, buena vajilla, cubertería y cristalería. A mejorar que las servilletas eran de papel (de las bonitas que asemejan ser de tela, pero de papel al fin y al cabo).
En cuanto a la comida no trabajan menú del día, yo creo que no estaría de más tener uno aunque sólo fuera para los días entre semana pero supongo que si no lo trabajan es porque no lo necesitan. De la carta me gustó que no era muy amplia pero suficiente (nunca me gustaron las cartas interminables de más de cincuenta platos como aún puedes ver en algún restaurante) y todas las propuestas, tanto en entrantes, carnes, pescados, arroces y postres (unos 7-8 platos en cada apartado) tenían una pinta muy sugerente como pude observar en los platos que les llevaban a las mesas de al lado donde la materia prima parecía toda de gran calidad como más tarde pude comprobar por mí mismo. Al final nos decantamos por:
* ENTRANTES:

- Tartar de salmón con aguacate. A mi personalmente me gusta más el de atún pero aquí trabajan éste y he de decir que estaba bien ejecutado, aunque tenía una excesiva y desproporcionada cantidad de aguacate, con lo cual la fruta se apoderaba en demasía del sabor final del plato y el pobre salmón parecía sólo un actor secundario. Lo acompañaban con rebanadas de pan crujiente.

- Patatas bravas al estilo de Juan. Aquí hay que descubrirse ante este humilde plato, las mejores bravas que he probado en mi vida. Quien me iba a decir a mí que las mejores bravas de mi existencia me las iba a comer en el puerto a 20 metros del mar. Increíble pero cierto.

* PLATO PRINCIPAL

- Arroz meloso de marisco. Como no podía ser de otra manera el plato principal tenía que ser un arrocito, porque estamos en Valencia, porque apetece casi siempre y porque había oído hablar muy bien de los arroces de esta casa. Y por supuesto al estar en veranito y cerca del mar la cosa tenia que ser de pescado/marisco. Pues bien el arroz estaba en su justo punto de cocción, con la textura y melosidad adecuada y rico de sabor, aunque para mi gusto que soy de los que les gustan las cosas "sentidetes" (como decimos por aquí por Valencia) le faltaba un poco de "punch", esto es un poco más de sal para potenciar el sabor. La materia prima utilizada en su elaboración era de innegable calidad pues llevaba cigalas (pequeñas en tamaño pero ricas en sabor), gambas rojas y trozos de sepia. En fin un buen arroz aunque para mi gusto no fue el mejor plato de la comida. Lo mejor estaba aún por llegar.

POSTRE:

- Tarta tatín de manzana con helado. Mataría por este postre y su sola degustación ya justificará mi retorno a este restaurante más pronto que tarde. No hay palabras para describir el deleite que te proporcionaba aquella tarta con su sabor perfecto a manzana asada y caramelizada, su delicada textura y su maravilloso contraste de temperaturas que se establecía entre la tarta ligeramente caliente y el frio del helado. maravilloso postre de sobresaliente alto.

Durante la comida pedimos una botella de agua sin gas y como fiel acompañante enológico pedimos un vino que a pesar de su comedido precio a mi nunca me ha defraudado: Hoya de Cadenas Chardonnay.

En cuanto al precio no podemos decir que se trate de un sitio barato, ni mucho menos, pero creo que mantiene una acertada relación calidad-precio. La verdad es que fue toda una sorpresa para mi y creo que, debido a su escondida ubicación, es un gran desconocido para la mayoría de valencianos (no digamos para los turistas que visitan a diario el puerto), lo cual puede ser bueno o malo según se mire. Tiene un hándicap difícil de resolver, y es que cuando estás sentado en su terraza, el mar, a pesar de tenerlo tan cerca, no lo ves apenas pues te tapa el edificio situado justo enfrente, aunque si lo puedes oler y sentir su brisa, pero claro esa terracita tan bien puesta y con vistas al mar sería el peregrinaje obligado para cualquier parejita de enamorados.

Fecha remarcada en ese calendario pegado con imanes en la puerta de la nevera que, en nuestro caso, sirve de planilla organizativa familiar. Era el día de l'Espai Verema.

Tras disfrutar de alguna cosita buena, aprovechando la tolerable afluencia matutina al acontecimiento, se nos ocurrió dar un paseo hasta el Aduana del que algo había leído.

Ambiente funcional de bar que ha ido creciendo con los años y evolucionando hacia restaurante y donde te puedes hacer tanto un aperitivo consistente como una comida ya sea en plan informal o en toda regla. Pulcritud y tablas en el servicio que nos aconsejó acerca de la comanda. Nos decidimos por compartir todo al centro:

Tellinas. Conocidas en otras zonas como coquinas. Perfecta ejecución, con buena molla y sin rastro alguno de arena que invitaba a no parar de comer. Son como pipas. Pasatiempo.

Sepia. Escogimos la opción bruta (sucia) con toda su tinta. Fina textura teniendo la suerte de que iba con sus huevas que nos separaron al trincharla y que suponen una delicia de bocado. Cautivado.

Bravas al Estilo Juana. Muy ricas, con ese punto de cocción interno que no sé cómo se logra, protegido por una crujiente cobertura, destacando el punto del alioli y el fondo pimentonero. Singularidad.

Crujiente de Rabo de Toro. Cuatro canutillos rellenos de pasta del potente guiso acertadamente especiada. Además, se acompañaba de un pequeño cuenco con una salsa de miel y mostaza. Completo.

Alcachofas Rebozadas con Huevo y Jamón. Aviados íbamos con todo lo anterior cuando salió este último plato. Combinación ganadora de ingredientes aunque, en mi opinión, el conjunto hubiera quedado más redondo con la hortaliza sin rebozar ya que descargaría ese punto de pesadez que dejaba entrever. Fatiga.

Unos panecillos de mediano tamaño bien tiernos y crujientes fueron perfectos compañeros de algunos de los platos que requerían su presencia.

Para beber, un par de aguas y otro de cervezas de barril... que para vinos ya teníamos dos pabellones llenos para disfrutar después.

Unos cafés con hielo cerraron la comida.

En resumen, grata experiencia la vivida en este local que maneja con experiencia un buen producto de predominio marino dentro de un perfil clásico. Ahora que empieza el buen tiempo alguna visita más caerá.

  • Crujiente de Rabo de Toro

    Crujiente de Rabo de Toro

  • Bravas al estilo Juana

    Bravas al estilo Juana

  • Tellinas

    Tellinas

Otro local habitual en nuestro culto del aperitivo que pasa con creces la prueba de la comida.

Decidimos comer a las 13:00 h. Esa hora que te permite no almorzar y llegar con hambre.

Son innuberables las veces que hemos tomado algo de manera informal antes de la comida. Y siempre lo mismo, por lo que no íbamos a romper la tradición marcada, como no, por los niños.

Bravas estilo Juana (5,50 €.). Una salsa suave de allioli con pimentón. Generosa salsa tan de casa por otra parte. Muy buenas.

Calamares Aduana (7,75 €.). Chipirones con rebozado crujiente y... cero aceite. Otro fijo.

Clóchinas al vapor (9 €.). Salsa tirando a verde, "sapo" carnoso y sabroso. Perfecta cocción. Entrante al margen de mis hijos. Disfrutable 100 % con el Jardín de Lucía 2011 (17 €.). Sustituto del Perro Verde que no tenían. De Uvas Felices va la cosa. Apoyo de cubitera y de copas si las solicitas.

Continuamos con el vino perfectamente ante la llegada del arroz meloso de marisco (12 €. pax). Reseñar que cuentan tan solo con tres arroces y los tres melosos. Imagino que las paellas ocuparán lo suyo en cocina, de ahí esta restricción. La carta ofrece otros platos interesantes de pescado que invitan a una visita nocturna. Destacar sus entrantes en general, con convinaciones distintas a lo habitual en este tipo de sitios.

El arroz en cuestión se realiza en caldero de hierro fundido, y en él se sirve. Hablar de su potente y sentido sabor. Cigalitas destacables, gambas tanto peladas como enteras, junto a trozos de calamar. Se pidió para tres siendo cuatro. Ojo, pues la cantidad es decente pero sin excesos, quizá porque el caldero tampoco lo permite.

El servicio de pan lo cobran (1 €. pax), pero eso sí, horneado para ti.

Tres aguas de 1/2 l. (1,80 €.) sobre la mesa.

Un par de postres. Un helado industrial, Mini Carolina (3,50 €.) y un brownie casero con helado de vainilla, Doppio Ciocolatto (5,50 €.), donde las avellanas enteras ni llegaban a infiltrarse. Más merienda que postre en el caso de este último.

Finalmente, un sólo café solo, valga la no se qué.

Servicio serio, profesional y con veteranía, pese a no superar ninguno los cincuenta.

Seguiremos yendo a tapear, y visto lo visto, también a comer.

Si acompaña el día, se está muy bien en la terraza junto al puerto comiendo de tapas. Recomiendo el crujiente de espárragos y las alcachofas rebozadas con huevo y jamón. También las gambas al ajillo. El camarero nos recomendó el vino bastante bueno y a buen precio. Los postres también están bien. Éramos 6 y pedimos 2 raciones de patatas con cabrales, las alcachofas que antes he comentado, puntillas, 3 del crujiente de espárragos, 1 de anchoas, de albóndigas con salsa de setas, de sardinas, dos botellas de vino, 3 de agua y unas 6 cervezas. 4 postres y botella de cava y salimos a unos 30€. En otra ocasión probamos algún arroz, pero bastante normalito y con sospecha de Starlux. Mejor tapear.

Restaurante dentro del puerto de Valencia y que puede resultar engañoso visto desde fuera, pero que esconde una más que correcta cocina. Funcionan con tapas para compartir, aunque los arroces que ofrecen a mediodía no desmerecen en absoluto.
Pedimos una ración de bravas, recién hechas, acompañadas con ajoaceite y pimentón de la vera; calamares a la romana con una finísima capa de rebozado; unas excelentes albóndigas con salsa de boletus y las imprescindibles gambas al ajillo, que sirve enteras y peladas.
Para beber, Juan Gil, de Jumilla. El servicio del vino se limita al descorche y poco más.
El servicio de sala rápido y atento, sin esperas innecesarias, a pesar de estar lleno.
Desde hace algunas semanas han abierto una agradable terraza y que forma parte del local, nada que ver con las incómodas (por lo general) terrazas que habilitan algunos restaurantes en la calle por estas fechas.

Acudimos a este restaurante situado en el puerto de Valencia después de haber oido unas muy buenas críticas. Fue recomendado por unos amigos. Era festivo por lo cual el restaurante estaba lleno pero la cocino no dió a basto. Nos sentamos en la agradable terraza a las 2:20 de la tarde, en seguida nos ofrecieron algo de beber pero esperamos unos 40 minutos hasta que nos sirvieron los entrantes y otros 40 minutos más para el arroz. Se puede perdonar el tiempo de espera de los entrantes pero no de entre plato y plato - 40 minutos nos pareció excesivo.

En cuanto a la comida pedimos dos entrantes: un tartar de salmón con foie y aguacate - correcto, unos huevos con jamón y alachofas - muy bueno y un arroz de cigalitas y boletus. El arroz fue servido en una cazuela de hierro pero es evidente que no se cocinó allí por que después de 10 minutos la cazuela estaba fría y el arroz tambien. Lo grave es que no tenía sal. No es que había echado poco pero había olvidado por completo echar sal.Estaba muy soso de sabor - hasta que echamos la sal claro! Había cantidad justa para los dos.Bien de sabor pero no gran cosa. No pedimos postre debido al hecho de que si hubiese que esperar otros 40 minutos más no hubieramos salido nunca del restaurante! Deciendo todo esto el camarero siempre fue correcto en su trato y servicio de mesa.

Realacíon calidad precio bien. No pedimos vino pero echamos un vistazo a la carta y nos pareció correcta.

Aconsejados por Almolo, nos decidimos a almorzar un viernes en este restaurante escondido en el interior del puerto.

Local sencillo y tranquilo con terraza exterior cubierta donde se permite fumar. Servicio correcto. Menaje y mobiliario sencillos. El servicio de vino consistió en abrirnos la botella.

Comida a base de aperitivos y 2 arroces para compartir entre 7. No llegamos a los postres.

- Aperitivos:
Patatas bravas (5,50€) - Bastante buenas.
Tartar de aguacate y foie (12,50€) - Bueno.
Alcachofas con ibérico (9,75€) - Correcto jamón. No me gustan las alcachofas.
Bombas (3,75€) - Muy buenas, aunque no picaban.

- Arroces:
Meloso de cigalitas (12,-€/persona) - Muy bueno.
Meloso de marisco (12,-€/persona) - Muy bueno.

Raciones completitas. El pan, que no pedimos, a 1 euro por cabeza.

Para beber, agua (1,8€/botella), refrescos (2,-€/botella), cerveza (2,-€/ud.), vino Viña Carrasses (15,-€/botella), café (1,50€/ud.) y cortado (1,70€/ud.).

La cuenta subió algo debido a las cantidades... Que íbamos con hambre :-)

Está bien si quieres evitar los restaurantes más turísticos que hay por la zona.

P.D. Me suena que me dejo algún plato...

Si se quiere comer-cenar de tapeo marinero, a buen precio y con buena atención, este lugar es recomendable, sobre todo si después se quiere alargar la jornada en la playa, el puerto o los locales de ocio nocturno.

Calamares, clóchinas, bravas, sepionet, ventresca de atún con tomate, sardinas plancha... son varias de las especialidades que se pueden degustar en un ambiente distendido, pero lejos del bullicio de un bar de barrio. También elaboran arroces. Carta de vinos muy normalita, con referencias clásicas. Opción de terraza.

No disponen de wi-fi.

Buen servicio y rápido.

El riesgo es quedarte encerrado en el puerto si se aparca allí y no se sale del recinto aduanero después de las 00:30. Hasta las 06:30 no abren y alguno se encuentra con la sorpresa.

Restaurante cerca del puerto y de acceso libre, aunque a mediodía trabaja fundamentalmente con los trabajadores del puerto.
Dispone de dos comedores que no destacan precisamente por la decoración, ni por la comodidad, eso sí, los mateles y las servilletas son de tela.
Actualmente tienen habilitado uno de los comedores al aire libre. Optamos por comer fuera, ya que en el comedor principal se percibian unos olores no demasiado agradables.
Ofrece una cocina fundamentalmente marinera, con atención especial a las tapas.
Se come francamente bien, con algunos platos excelentes y muy bien presentados como los calamares rebozados, quizás los mejores que he comido últimamente, con el punto perfecto del rebozado y de la fritura; las gambas al ajillo, que ponen enteras y peladas y que te puedes dejar una barra de pan entera mojando en el caldo; y las alcachofas con jamón ibérico y huevo frito, aunque en este caso el huevo estaba demasiado hecho.
Para acabar pedimos un bizcocho de chocolate con una mousse de naranja, que no fue el postre más acertado.
No bebimos vino, pero ojeamos la carta y contiene algunas referencias interesantes, pero con unos precios altos y con unas copas (al menos las que teníamos en la mesa) bastante malas.
El servicio derrocha amabilidad y simpatía, además de ser efeciente.
Buena relacion calidad precio.

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