De lo mejor del puerto

Comida con un amigo para celebrar la llegada del verano, aunque, todo sea dicho, ese día parecía más de otoño a pesar de estar ya en pleno julio del fresquito inusual que hacía y por estar nublado. En fin cosas del tan traído cambio climático que ya lo tenemos aquí. Puesto que no es la primera reseña que tiene este restaurante en verema no me extenderé demasiado describiéndolo, sólo decir que se encuentra semi escondido (de hecho desde fuera del puerto pasas por la puerta y no reparas en él) ya que está de espaldas a todos los que hay en lo que se conoce como la Marina Real. Hace algún tiempo parece que remodelaron completamente su decoración dando el salto de calidad definitivo para pasar del típico bar portuario donde iban antiguamente única y exclusivamente los trabajadores del puerto (marineros, pescadores, estibadores, etc) a almorzar y comer a diario para convertirse en lo que es hoy en día, un restaurante de nivel al que la gente acude exprofeso para comer y cenar. A destacar su maravillosa y encantadora terraza donde nos acomodamos y que, con suelo de madera y cubierta a modo de celador, no le faltaba un detalle para hacerte la estancia agradable. Tienen hasta ventiladores de techo para que en los días de mucho calor puedas comer allí sin ningún problema. Mesas perfectamente vestidas con mantelería de tela, buena vajilla, cubertería y cristalería. A mejorar que las servilletas eran de papel (de las bonitas que asemejan ser de tela, pero de papel al fin y al cabo).
En cuanto a la comida no trabajan menú del día, yo creo que no estaría de más tener uno aunque sólo fuera para los días entre semana pero supongo que si no lo trabajan es porque no lo necesitan. De la carta me gustó que no era muy amplia pero suficiente (nunca me gustaron las cartas interminables de más de cincuenta platos como aún puedes ver en algún restaurante) y todas las propuestas, tanto en entrantes, carnes, pescados, arroces y postres (unos 7-8 platos en cada apartado) tenían una pinta muy sugerente como pude observar en los platos que les llevaban a las mesas de al lado donde la materia prima parecía toda de gran calidad como más tarde pude comprobar por mí mismo. Al final nos decantamos por:
* ENTRANTES:

- Tartar de salmón con aguacate. A mi personalmente me gusta más el de atún pero aquí trabajan éste y he de decir que estaba bien ejecutado, aunque tenía una excesiva y desproporcionada cantidad de aguacate, con lo cual la fruta se apoderaba en demasía del sabor final del plato y el pobre salmón parecía sólo un actor secundario. Lo acompañaban con rebanadas de pan crujiente.

- Patatas bravas al estilo de Juan. Aquí hay que descubrirse ante este humilde plato, las mejores bravas que he probado en mi vida. Quien me iba a decir a mí que las mejores bravas de mi existencia me las iba a comer en el puerto a 20 metros del mar. Increíble pero cierto.

* PLATO PRINCIPAL

- Arroz meloso de marisco. Como no podía ser de otra manera el plato principal tenía que ser un arrocito, porque estamos en Valencia, porque apetece casi siempre y porque había oído hablar muy bien de los arroces de esta casa. Y por supuesto al estar en veranito y cerca del mar la cosa tenia que ser de pescado/marisco. Pues bien el arroz estaba en su justo punto de cocción, con la textura y melosidad adecuada y rico de sabor, aunque para mi gusto que soy de los que les gustan las cosas "sentidetes" (como decimos por aquí por Valencia) le faltaba un poco de "punch", esto es un poco más de sal para potenciar el sabor. La materia prima utilizada en su elaboración era de innegable calidad pues llevaba cigalas (pequeñas en tamaño pero ricas en sabor), gambas rojas y trozos de sepia. En fin un buen arroz aunque para mi gusto no fue el mejor plato de la comida. Lo mejor estaba aún por llegar.

POSTRE:

- Tarta tatín de manzana con helado. Mataría por este postre y su sola degustación ya justificará mi retorno a este restaurante más pronto que tarde. No hay palabras para describir el deleite que te proporcionaba aquella tarta con su sabor perfecto a manzana asada y caramelizada, su delicada textura y su maravilloso contraste de temperaturas que se establecía entre la tarta ligeramente caliente y el frio del helado. maravilloso postre de sobresaliente alto.

Durante la comida pedimos una botella de agua sin gas y como fiel acompañante enológico pedimos un vino que a pesar de su comedido precio a mi nunca me ha defraudado: Hoya de Cadenas Chardonnay.

En cuanto al precio no podemos decir que se trate de un sitio barato, ni mucho menos, pero creo que mantiene una acertada relación calidad-precio. La verdad es que fue toda una sorpresa para mi y creo que, debido a su escondida ubicación, es un gran desconocido para la mayoría de valencianos (no digamos para los turistas que visitan a diario el puerto), lo cual puede ser bueno o malo según se mire. Tiene un hándicap difícil de resolver, y es que cuando estás sentado en su terraza, el mar, a pesar de tenerlo tan cerca, no lo ves apenas pues te tapa el edificio situado justo enfrente, aunque si lo puedes oler y sentir su brisa, pero claro esa terracita tan bien puesta y con vistas al mar sería el peregrinaje obligado para cualquier parejita de enamorados.

Recomendado por 2 usuarios

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar