Cena de sábado por la noche, grupo grande, un amigo tan, o mejor, aficionado a la gastronomía que yo elige este restorán. Las críticas de Verema me parecieron prometedoras por lo que las perspectivas eran buenas.

Llegamos un poco antes de la hora y nos permitieron poner unas sillas delante de la puerta, detalle que en muy pocos otros sitios hubiéramos podido hacer. El magnífico trato no acabó ahí, vinieron a decirnos qué queríamos tomar y nos sacaron las cervecitas fuera, un placer completo vaya.

La decoración me gustó, local luminoso y decorado moderno y con gusto, menaje cuidado en todos los apartados.

Habían pactado un menú y empezamos por una sopa fría de melón muy rica; continuamos por una ensalada individual de tomate, burrata, albahaca y anchoa, plato que siempre me agrada si los ingredientes son buenos y aquí lo eran.

No podía faltar un tartar de atún, lástima que a mí no me guste ni ver; el resto dijo estaba muy rico.

Unas almejas bien cocidas fueron seguidas por los 2 platillos fuertes: lubina en salsa y carrillera con puré de patata; espléndidos los 2.

Los postres en forma de cheese-cake con helado y sorbete de mojito fueron un buen colofón dulce.

La carta de vinos me pareció muy interesante y el servicio bueno con 2 peros: el primer tinto que pedimos, un Barbazul, vino ya muy pasado y muy caliente. Es una mala costumbre en general de la restauración servir los blancos y rosados helados y los tintos calentísimos. Lo enfriamos sin problema con un poco de paciencia.

Pan estupendo con el añadido de unas regañás que siempre me encantan.

Mencion aparte el servicio, profesionales y muy amables, se les nota el gusto por el oficio. La calidad de la atención me pareció una constante en todo Cádiz. Con que en el resto de España lo hicieran menos de la mitad de bien que en la Tacita de Plata ya sería un éxito.

 En resumen, una gran velada del sábado en un lugar para volver.

En una zona donde todos compiten por la mejor tortita de camarones, este local hace de contrapunto,
Un local con un halo de distinción, con una pared de fotos curiosa, con una cadencia de platos de cocina muy muy lenta.
En sala frecuentes olvidos en la bebida.
Música agradable de fondo pero e nuestra zona con un volumen demasiado alto.

Cinco para cenar. En la mesa pan en lonchas, con regaña (algo muy clásico en la zona). Aceite propio.

La carta de vinos la tuvimos que pedir en dos ocasiones; al menos nos avisan de los fallos de la misma. Para beber un local Forlong blanco 2016, aparte de coca-cola, cerveza y agua con (San Pellegrino) y sin gas (Solan de Cabras).

La carta de comidas sugiere un menú degustación corto (35€) consistente en 4 platos (entrante frio, caliente, pescado y carne) y un postre con su maridaje opcional (12€); el largo, gourmet experience (50€) y posible maridaje (15€) con un plato más y la opción de la versión solo mar en sus productos.
En carta opciones variadas con equilibrio entre todas las opciones que no eran mcuhas pero sí bien diseñadas.
Nos quedamos con la carta.
Empezamos:
. un aperitivo de las casa hecho de cremita de ajoblanco.
Entrantes al centro:
. viera templada muy buena la cremita de zanahoria, cilantro, anacardos, jengibre y alga wakame
. canelón de gamba crujiente con queso parmesano
. ensalada de salmón fresco marinado, hojas de espinaca, rúcula, brotes, frutos secos y vinagreta de tomate y aceitunas negras
. ensalada capresse templada con anchoas, tomates de Conil horneados, burrata en AOVE y pesto de albahaca: en principio no estaba pedida pero la trajeron confundida con la de salmón; optamos por dejarla en la mesa
Un principal al que optamos por diferentes pescados
. lomo de lubina con hummus de guisantes y habitas: en tacos y buen punto de guisantes y acabada al horno para dejar la piel crujiente.
Otros optaron por merluza de pincho con mayonesa ligera de limón, guiso de espinacas y piñones de Conil, rodaballo con crema de hinojo
. postres: un par de sorbetes de mojito, milhojas de frutas bañadas en sopa de mango y crema de vainilla. Correctos y nada destacable.

En general buen producto, bien emplatado con cierta creatividad que significa siempre un cambio sobre lo esperado en la ciudad.

Unos cafés y unas infusiones para terminar.

En nuestra ruta por tierras gaditanas, cenamos en este restaurante. El lugar, moderno y acogedor, con personal correcto. Algo diferente en Cádiz, se trata de una cocina de mercado, cuidada y con productos de calidad.

Cenamos:

ENTRANTES:

- Tabla de quesos de la Tierra con mermelada de frutos rojos y mini-ensalada: los quesos estaban espectaculares, muy bien seleccionados; dos de la Tierra, un manchego y un francés (este, muy bueno). Buen entrante.

- Ravioli de berza: muy sabroso, quizá, la única pega pudiera ser que vienen con ellos en un plato y reparten en mesa. Deliciosos de sabor.

PLATOS PRINCIPALES:

- Perdiz en dos texturas con castañas y peras: la perdiz era de buena calidad, pero la  cocción un poco pasada, seca. Las castañas y peras me sorprendieron mucho, le iba fenomenal.

- Solomillo con foie y boniato: acierto asegurado, excelente.

1 botella de vino ,1 caña, 1 café: 92,80 euros.

Buena relación calidad-precio, recomendable aunque, para poder opinar con mejor criterio, deberemos volver a probar más de su cocina.

Restaurante que he visitado infinidad de veces y siempre salgo con una sonrisa en la boca. Adela y Ramón son una cátedra de relaciones públicas, Agustín al que siempre le gusta estar en segundo plano pero al que no se le escapa ni una. Juanjo es un pedazo de cocinero. Todo esto es un conjunto perfectamente ensamblado. Además han mejorado la carta de vinos en estos últimos años de forma muy significativa, teniendo un abanico de referencias completa, versátil y muy bien pensada con los platos que ofrecen en su carta.

Primero estuvimos charlando con Ramón y Adela tomando unas copas Castaño blanco. Muy buen vino, con una presencia de cítricos muy marcada.

Después nos sirvieron un verdejo, mi mala memoria me hace olvidar su nombre. Muy equilibrado, sutil y menos glicérico que es habitual en estos vinos.

El primer plato fueron unos boquerones en vinagre con una base de salmorejo. Sublime. El salmorejo ¡invitaba a mojar pan! Los boquerones sabrosos y el vinagre fino, nada molesto.

Siguieron unas navajas con una simple salsa de pimentón, aceite y ajo. Exquisitos.

Terminanos con unas ortiguillas. Las mejores de Cádiz. ¿Por qué? En vez de utilizar harina las hacen con pasta brisa en forma de pequeños sacos. Un juego de texturas simple y maravilloso.

Tenia gaas de conocer este local. La verdad que da gusto encontrarse sitios asi en cadiz, justa de este tipo de cocina elaborada, salvando los clasicos. Estuvimos en la mesa alta de la entrada, tapeando. Muy lograda la presentacion de los platos, muyy alegre y sofisticada. El genero de primera, bien tratado. Recomendable carpaccio con parmesano, croquetas, tostas y chuletitas de atun con verduritas. Proximo dia pretendo sentarme, a ver si tienen menu degustación. Carta de vinos muy corta, precios correctos. Deberian mejorar las copas, un local de diseño no puede trabajar con esa cristaleria. Si siguen creativos y mantienen tan buena calidad, ls veo como un referente en la provincia. Felicidades.

Excelente propuesta en pleno centro de Cadiz, muy cerca del ayuntamiento. Dos opciones tapear o comer a la carta. Nosotros tapeamos pero sobre una cocina moderna y muy elaborada. En ese caso te sientan en taburetes con mesas altas. Todo lo que elejimos estuvo magnífico: roastbeef, langostinos, huevos a la flamenca....
Carta de vinos corta pero bien resuelta con diferentes propuestas y a buen precio, optamos por un gramona imperial a 20 euros servido en buenas copas.
La relación entre lo comido y bebido respecto al precio (poco más de 50 euros) fue excelente, para repetir cuando vuelva.

Moderno y acogedor local, tienen claro hacia donde van y los cambios constantes y continuos, hacen presagiar un magnifico futuro.
El restaurante consta de varias mesas y una pequeña de barra de bar, pero adjuna una enorme mesa de media altura para degustar sus numerosas y bien elaboradas tapas.
En mesa puedes combinar tapas con entradas y segundo de su carta.
La carta de vinos es corta pero bien resuelta con una buena relación calidad precio, estan n constante evolución y con catas regulares para iniciar a los amantes del vino, comentan que su dificultad es la lucha con la cultura de la caña (bien buena por cierto), van a iniciar la promocion por copas de distintos vinos y regiones.
El servicio merece ser destacado, por amabilidad, simpatia, buen hacer, no se, llegue a sentirme como en casa.
Y termine con un pancracio y un gin tonic cortito de hendriz con pepino, y charlando con Ramon y Adela, para volver.