Cañadío lleva en la plaza homónima desde 1981, más de treinta años. Su propietario era menor de treinta, cuando estableció este local con barra de pinchos, cocina vista influenciada por las tendencias de la cocina vasca de la época. Recorrido y experiencia, años de pruebas que dan lugar a platos redondos en sabor y generosos en tamaño que desde hace casi dos años también se pueden degustar en Madrid. El éxito en la capital donde los llenos son continuos se basa en una cocina que gusta a todos los públicos, sabrosa y segura en el resultado, con buen producto y a un precio moderado.
Comenzamos por unas croquetas de bacalao, masa fina, cremosa y sabor intenso acompañadas de una pizquita de un suave alioli. Adictivas. Sin ser un fanático de las croquetas, éstas podrían estar en cualquier lista top de esas que preparan los críticos.
A continuación, otro aperitivo en forma de anchoa y helado de pimiento rojo. Mezcla cántabra, sapidez conseguida en el helado, pero éste llega demasiado frío, por lo que el conjunto no llega a la altura del resto.
Seguimos con la sopa de pescado. Caldo en una noche de verano santanderina. Morralla para la parte líquida, y pescados de mayor relumbrón sobre él. Esos peces destinados a otorgar sabor a los fumés son como las especialistas de las películas, ellos se la juegan en las escenas más difíciles, y luego otros salen en la foto. Sabor intenso en cada una de las cucharadas, además rape, mero, merluza, carabinero, y almejas. Estas últimas me llamaron la atención por lo poco hechas que estaban simplemente abiertas con un poco de calor, ¡qué punto y tamaño¡ . Una sopa de alto vuelos.
Aprovechando la temporada, ventresca de bonito, sin duda uno de los platos que para mi representan el verano. Buen producto, y un corte fino y uniforme. Es necesaria esa uniformidad para que luego la pieza quede muy jugosa por todas las partes. Untada con un poco de ajo, y simplemente un paso rápido por la sartén. Si el bonito se va a consumir el mismo día de la compra es conveniente no meterlo en la nevera, manteniéndolo a temperatura ambiente. Excepcional, sencillez y placer.
Si en la parte salada, muchas veces me pongo en las manos de Paco Quirós ó de Jesús Alonso en Cañadío Madrid, donde no les dejo que invadan mi facultad de elección es en el postre, la señora tarta de queso. Con ese estilo Zuberoa, tartas que se realizan para cada uno de los servicios. Realizada con quesos cántabros, cremosa, templada. Helado que la aporta contraste de temperatura, y una fina galleta de mantequilla y almendra que aporta crujiente. Una verdadera delicia. Un deleite de la cocina de siempre.
Propuesta gastronómica para todos los públicos, que busca llegar al comensal desde el sabor, por su grado de presencia, definición, y por provocar el recuerdo en los paladares, una evocación de la cocina de nuestras madres con una mayor finura. Pericia en las manos, veteranía y paladar en las recetas, hacen de Cañadío una visita segura en cuanto a deleite culinario desde una perspectiva clásica, con un tratamiento muy adecuado de los productos.
Cañadío Santander : Sabor, Sabor…
Como siempre post completo y fotos en
http://www.complicidadgastronomica.es/2013/08/canadio-santander-sabor-sabor/
Interesante restaurante para disfrutar de una cena correcta en el centro de Santander en un comedor bien puesto con una cocina de mercado bien resuelta, con un toque original.
El servicio es correcto, aunque me dio la sensación que era un sitio frecuentado por la gente “guay” de Santander, que conocía mucho a los camareros (sin animo de ofender a nadie) y se apreciaba una dualidad en cómo era la atención con ellos y con el resto de comensales.
La cena estuvo sinceramente bien, quizás un pelín pasada de precio (105 €), con cantidades más que correctas:
*Bocartes fritos con cebolla en Tempura (muy buenos !!)
*Hamburguesas de atún
*Escalopines rellenos de jamón y queso
*Coulant de Chocolate (quizás lo menos destacable de la cena)
*Agua con gas (sin cafés)
Para beber Dominio de Atauta (32 €)
En definitiva, si estás en Santander, un sitio para conocer.
Local con bar a la entrada para tapear y salón al fondo para comidas más formales. El color de las paredes, algo subido para mi gusto, me resultó algo cargante. Separación justa entre las mesas. Nos tocó una mesa justo al lado de la cocina, aunque no molestaba el olor. Menaje acorde al local. Copas mejorables. Sillas cómodas. Servicio algo frío, excepto uno de los camareros. La maitre, con una sonrisa que me recordaba a la de Carmen Lomana en el anuncio de Burguer King... El Sr. Quirós se paseaba con una cara de mala uva... Carta que conjuga recetas tradicionales con platos innovadores. Carta de vinos justa y bastante clásica. Los precios que miré me parecieron bastante correctos si las copas hubiesen sido mejores.
Almuerzo a la carta para 4 adultos y un niño:
- Aperitivo: pues no lo recuerdo... Me suena un chupito de gazpacho de ¿fresas, cerezas,...?
- Pan: varios para elegir. Muy buenos, a 2,05€ por cabeza, incluido el niño.
- Platos al centro: 12 deliciosas y hermosísimas almejas al ajillo (25,92€), 12 cremosas y sabrosas croquetas de chorizo (12,96€) y un plato de callos (11,34€) con una receta que no había probado nunca y que me gustó.
- 2 de rodaballo al horno (25,92€/ud.), sabroso y jugoso. Fuera de carta.
- 2 hamburguesas de atún (21,06€/ud.). Según mi mujer y mi hija, muy buenas. Diría que también fuera de carta.
- 1/2 solomillo con patatas (11,61€). No sé cómo estaba, pero mi hijo se lo comió sin chistar... Buena señal :-)
- 1 tarta de queso (8,10€) que compartí con mi mujer. La elaboran a diario. Partiendo de la base que no me gusta el queso, ésta es una de las 2 únicas tartas de queso que me como. Simplemente, me encanta e iría a este restaurante sólo por la tarta de queso. Aviso: no conozco a nadie más que opine lo mismo que yo a este respecto.
Presentaciones de los platos correctas, sin florituras. Raciones correctas, tirando para generosas en algún caso.
2 botellas de agua de litro (2,70€/ud.), una botella de Guitián godello 2009 (16,20€) con su cubitera, una copa de tokaji Oremus 3 puttonyos 2000 (8,64€) y una infusión (2,05€) completaron el almuerzo.
A favor: Muy buena comida.
En contra: Servicio algo frío.
Con todo, seguro que vuelvo a por la tarta de queso ;-)
Restaurante ubicado en la santanderina plaza del mismo nombre.
Local de años de evolución, con un esplendor inicial seguido por una etapa, en que a nivel popular fue decayendo y actualmente otra vez en auge, con gran admiración a su patrón (Paco Quirós) sobre todo por los profesionales de la hostelería.
Comida al mediodía, tres personas, recepción perfecta y acomodación en una mesa amplia, demasiado cercana a las vecinas, bien vestida, en un comedor al 80-90 por ciento de ocupación. Decoración con fuertes colores en paredes.
Carta de de producto con alguna elaboración.
Detalles de la casa, unos aperitivos:
Gazpacho en un vasito, que no me dijo nada (últimamente en Cantabria, que no fue nunca tierra de gazpacho), se oferta como aperitivo en numerosas ocasiones, y
Buñuelo de patata con bacalao, excelente en sabor y textura.
Hemos compartido:
Pateé de perdiz con salmorejo: pase suave, con buen punto, pero con poca identificación en cuanto a su fondo de sabor con la perdiz. Bien presentado, con sus tostaditas recién hechas y con buena armonía con el salmorejo
Y también para compartir, pero emplatado:
Ensalada de bacalao con cebolla confitada y tomate raff: ni me impresiono el bacalao y su base, cuando pruebo estos bacalaos, me acuerdo de los inyectados.
De platos
Capípota (guiso meloso de morro y pata con huevo frito); sabor muy logrado, original su presentación y en conjunto los rey de la comida junto a el buñuelo.
Manitas de cerdo rellenas con escalope de foie: buenas, con original presentación tipo tronco.
Menestra de verduras; bien sin más. Con presentación algo clasicota, cocidas primera y luego rehogas y algunas en tempura. Punto aprobado.
Postres: helado de queso de Liébana, de mango y zumo de naranja.
Servicio, diligente, a veces en cierta demasía (poner nuevos cubiertos sin retirar el plato anterior y sin pedir permiso), sin interesarse mucho en el parecer de los comensales y con cierta desgana en repetir por ejemplo el contenido de los aperitivos.
Cafés,
En cuanto a los vinos, carta con denominaciones varias nacionales y foráneas, sin apreciar falta de algo básico en concreto y con precios muy ligeramente altos.
Hemos tomado Fagus de Coto de hayas T 2006, copas adecuadas, y servicio limitado solo a probar y ahí se acabo.
Buena despedida.
En conjunto luces y sombras.
Restaurante bien ubicado y con una buena cocina.Recomendable de entradas la ensalada de bacalao y las croquetas, sin olvidar las almejas.De segundo cualquier pescado es tratado con mimo.En carnes el solomillo exquisito y las manos rellenas una delicia.De postre el helado de queso muy rico.
La bodega aceptable
Se come bien sobre todo los pescados aqui paco lo clava.
En el tema del vino aunque me cae muy bien se lo tiene un poco creido Teresa ,aunque os podeis dejar aconsejar.
Por lo demas un buen resturante dentro de la plaza mas concurrida por la noche señor nacho porque por el dia no hay ni el tato.
Comida, pastel de puerros para compartir, exquisito.
De segundo Cap i ota plato muy recomendable pero no le regeneraron correctamente con lo que tenía unos toques de frigorífico y cachón en tinta, correcto pero ninguna maravilla.
Carta de vinos bien equilibrada con vinos modernos tanto españoles como extranjeros. Botella de Mauro a 30 €.Total con cafés sin postre 90€.
Local acogedor, servicio familiar destacando la labor de Teresa, merece la pena una visita.
De los tres días que pasamos en Santander, dos de ellos estuvimos tomando pinchos aquí. ¡Excelentes! Os lo recomendamos. No sé cómo se debe cenar dentro (en el salón), pero seguro que muy bien. A 2.25€ por pincho, una variedad pasmosa y un aceptable servicio del vino en barra. Salimos muy satisfechos y con la habitual sensación cuando vuelves del norte de España de que en Barcelona nos toman el pelo con el tapeo.
Situado en la plaza mas concurrida de Santander, en el restaurante Cañadio, Francisco Quiros desarrolla una cocina pura y sin estridencias. Materia prima de primerisima calidad elaborada de forma impecable. En la sala, encantadora como siempre, Teresa nos hace sentir como en casa.
No voy a hacer recomendaciones, porque todos los platos son buenos... dejaos aconsejar por Teresa.
Por la tarde-noche en la barra se pueden tomar vinos por copas y pinchos que haran las delicias de todo aquel que se acerque por alli.
En la carta de vinos podemos encontrar vinos clasicos y tambien novedades correctamente seleccionadas. Desde hace poco se puede disfrutar de una selección de vinos de fuera de nuestras fronteras. Champagnes como Larmandier Bernier por unos 30€, Borgoñas tintos y blancos de buenos productores alrededor de 20€, y algun vino dulce maravilloso, todo ello acompañado de una buena cristaleria y un buen servicio.
Imprecindible para los amantes de la buena mesa y del buen vino, que se acerquen por la zona norte, y que no quieran tener que pedir un prestamo para poder salir a cenar.
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